Después de haber sufrido tres guerras mundiales (incluyendo la guerra fría), después de haber logrado la unión de los países del Este y el Oeste, todos aceptando los sistemas democráticos y de libre mercado, cuando parecía que Europa avanzaba en paz y prosperidad, han surgido graves problemas que alteran el bienestar europeo. La crisis económica rompió el optimismo de la acción europea dejando que cada país resolviese los problemas de sus economías, aunque algunos necesitaron de la ayuda comunitaria. Pero, cuando aún no acabamos de resolver la crisis griega, han saltado dos graves problemas como son la amenaza yihadista y la masiva llegada de los refugiados que escapan de la guerra y buscan una vida mejor. Vemos en sus rostros la alegría por haber alcanzado la tierra prometida. Niños y viejos muestran que el esfuerzo realizado les ha merecido la pena.
Ellos tenían un problema, ahora lo tienen los europeos ricos que van a tener que retratarse delante de todo el mundo. Se acabó el dolce far niente del viejo continente; los distintos países tendrán que demostrar lo que vale Europa y para qué sirven sus riquezas. El éxodo de refugiados que buscan en Europa su paz y prosperidad debe encontrar una solución apropiada. De la misma forma el reto de la amenaza yihadista tiene que recibir la respuesta adecuada de una Europa curtida por las guerras sufridas en el siglo pasado.