Un arma sin futuro

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

03 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No lo sabía, pero en esta legislatura el Partido Popular nos ha ilustrado sobre las graves carencias y vacíos legales que nuestro sistema institucional presentaba para ser una democracia avanzada. Al parecer, el Gobierno no tenía suficientes instrumentos legales para garantizar la paz y la convivencia ciudadanas, y por ello nos concedió la Ley de Seguridad Ciudadana. El Consejo del Poder Judicial se regía por unas normas que impedían una Justicia ejemplar y con un funcionamiento adecuado, y por ello cambió su legislación. La corporación pública de la Radio Televisión Española era un manga por hombro que ni informaba ni dejaba de derrochar recursos públicos y tomando el poder en ella la llevó a sus más bajos índices de audiencia y credibilidad. El Tribunal Constitucional, mantenido en dique seco por la negativa del Partido Popular a consensuar su renovación mientras se las veía con el recurso presentado por ellos mismos a la ley orgánica del Estatuto catalán, fue profundamente renovado con la mayoría absoluta del 2011 y utilizado por el Gobierno y la brigada Aranzadi -Enric Juliana sostiene- para entorpecer las bravatas secesionistas de Artur Mas. El esfuerzo del Partido Popular por dotarnos de lo que carecíamos en nuestro ordenamiento jurídico no tiene precio. Solo cabe preguntarse cómo hemos podido vivir democráticamente estos cuarenta años transcurridos desde la muerte del generalísimo Franco, aquel que había logrado el fin de las ideologías para imponer solo la suya.

Pero al parecer toda esa ingente tarea para fortalecer esta débil democracia llena de resquicios para que quienes incumplan la ley puedan escaparse -el ministro Margallo afirma- no ha sido suficiente, y asumiendo un trabajo hercúleo para completar la tarea irrumpen Hernando y Gallego flanqueando a García Albiol, candidato popular en Cataluña, para dotar al siempre respetado Tribunal Constitucional de aquello que carecía: poder sancionador. Porque la broma se ha acabado.

Nadie les agradece, ni los partidos de la oposición ni muchos ciudadanos de a pie, o cualificados como varios catedráticos de Derecho Constitucional o magistrados, que en aras de lograr tal objetivo hayan tenido que obviar al Consejo de Estado y al Consejo General del Poder Judicial en la urgente reforma del Tribunal Constitucional.

Yo tampoco, si bien carece de importancia, no solo por lo que las actuaciones populares tienen de interés electoral e ideología, sino porque tanto cambio arrebatado y sin consenso debilita y cuestiona las instituciones y para el caso de Cataluña hace feliz a Artur Mas, a Oriol Junqueras y a tantos que les siguen en la candidatura soberanista. Frente a ello, surgen reflexiones políticas para el entendimiento. Búsquenlas, entre otros, en Felipe González y su carta, en el democratacristiano de Unió Duran i Lleida, y no olviden las posiciones del Partido Nacionalista Vasco, y de tantos y tantos ciudadanos y organizaciones que desean poner fin a esta época de desgarros entre Cataluña y España. Porque los catalanes existen y Cataluña también, para seguir juntos.