Los trenes más potentes llegan con retraso

OPINIÓN

03 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Un tren potente, por ejemplo, lo componen Borrell y Llorach, que acaban de publicar un libro que, con rigor científico y envidiable libertad, desmonta las fábulas y mentiras con las que Mas y su troupe justifican su plan de secesión. El libro se titula Las cuentas y los cuentos de la independencia. Valiéndose de conceptos y ejemplos muy comprensibles, lleva al punto del ridículo la idea de que España expolia a Cataluña mientras destruye tiránicamente su autogobierno y su identidad. Pero este libro tiene dos defectos que no se pueden obviar. El primero es que, en vez de aparecer hace tres años, cuando se urdía el engaño, y cuando tanta gente aprovechaba tan lamentable coyuntura para desgastar a Rajoy, llega ahora, cuando la pelea ya está viciada y la racionalidad ya no cotiza. Y el segundo es que, a pesar de que Borrell siempre mantuvo una posición correcta, no consigue trasladar a los ciudadanos la gravísima responsabilidad que tuvo el PSC -con Maragall, Castell, Zapatero y Montilla- en el inflado de este suflé que ahora se nos indigesta, y que sirvió para darle al independentismo un falso glamur patriótico.

Otro expreso con retraso es Felipe González, que, en vez de escribir su impecable artículo cuando ya es fácil escribirlo, pudo hacerlo dos años antes, y, en vez de publicarlo para su gloria personal, pudo enviárselo directamente a sus correligionarios del PSC. También es una pena que, para distanciarse de Rajoy -que lleva dos años diciendo lo mismo que ahora dice González- aceptase cargar su último vagón con una apelación a un diálogo abstracto, estilo Pedro Sánchez, que, en estas circunstancias, equivale a ponerle una vela a Dios y otra al diablo.

También llega tarde el expreso Duran i Lleida, que, después de coquetear tres años con Mas y Junqueras, y de amenazar con la proclamación unilateral de independencia que él -¡pobriño!- no deseaba, quiere columpiarse entre Barcelona y Madrid a ver si puede ganar el partido en los dos lados de la red. Y llegan fuera de hora los de Fomento del Trabajo y otros muchos empresarios e intelectuales que, después de jugar tanto tiempo a las cesiones compensatorias, lloran, como Boabdil, por una unidad que no supieron defender. Y llega con retraso, finalmente, la reforma del Tribunal Constitucional, porque lo que improvisan en tiempo de descuento pudieron gestionarlo con sosiego; y porque nunca podrán explicar, ni los jueces ni el Gobierno, por qué no fue posible frenar con la ley en la mano a quien hizo uso de los poderes del Estado para reventar la Constitución e imponer una secesión irresponsable.

Por eso hay que concluir que, si todo sale bien solo puede deberse al ángel de la guarda. Y si todo sale mal, habrá mucha gente que, por no llegar en punto ni estar a la altura, tendrá que compartir el oprobio de Mas y su caterva.