Una delicia turca

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

04 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pamuk ha venido contando la historia de Estambul con una delicadeza inusual. Pamuk, nobel de literatura, vuelve en su última novela, Una sensación extraña, a caligrafiar el retrato de la ciudad con un genio exacto. Explica la historia de un vendedor callejero, Mevlut Karatas, desde los años sesenta hasta casi hoy, y al narrar las aventuras y desventuras de este hombre corriente desliza la historia de su país. Lo hace con elegancia. Lo hace con una literatura nada agresiva, muy distinta a la que hoy campa a sus anchas. Están en el libro el diálogo y el conflicto entre Occidente y Oriente que tanto simbolizan Estambul y Turquía. Pero está también el fino humor y la maestría de presentarnos la transformación en esas décadas de la capital desde los ojos tiernos de Mevlut y su familia. Mevlut es uno de esos personajes que quedarán en la literatura. En seguida se deja querer. Es uno más de la calle. Alguien que no quiere líos ni gusta de dar gritos, en una ciudad en la que en ocasiones se imponen el caos y la corrupción. La narración de la vida de Mevlut se alterna con las voces de sus familiares, que precisan detalles, lo que convierte la novela en un coro de asombros. No hay una sola verdad, nunca. El papel ingrato de la mujer, la religión, los trabajos casi improvisados, las chabolas que se arraciman hasta crear barrios nuevos, la modernidad que llega y que aplasta. Todo contado y cantado como por ensalmo. Con un tono casi infantil, que hace del libro una delicia turca. Pamuk demuestra que la estridencia no es necesaria. Que el cariño abre los ojos. Y que los ojos se predisponen muchas veces más hacia las lágrimas desde la caricia. La melancolía es una música con Pamuk.