Los que pensaban que Feijoo no iba a dar la batalla, se equivocaron. Los que creían que Feijoo se iba en octubre, erraron. Hay partido. El presidente de la Xunta lo demostró pisando el acelerador de las políticas sociales. Todo empezó en junio cuando le encargó al hombre de moda, el ex alcalde de Ferrol, Rey Varela, que escuchase a la calle. Y que elaborase una ponencia sobre la necesaria renovación. Fue en junio. En julio, ya Feijoo, muy pillo, empieza a lanzar mensajes de la necesidad de cambios. Y luego por el camino, todo hay que contarlo, llega el envenenamiento del traslado del hospital de Vigo que apuntó hacia un cambio sí o sí de conselleira. Sumamos los dos hechos y tenemos el monumental cambio de gobierno por sorpresa de este domingo. Dicen desde el Gobierno: lo hacemos para potenciar las políticas sociales, las económicas, el empleo, claro, se devuelve a Economía, la sostenibilidad del territorio (repartida a pachas entre Ethel y Bea Mato) y para deshacer la desafortunada macrofusión del mar y la tierra, tan importantes en Galicia, que no tenían sentido que estuviesen juntos. En el Mar sigue Rosa Quintana. Y en la tierra debuta una alcaldesa, la de Melide. Y es que de elevar alcaldes también va la remodelación. Vocaciones políticas y no técnicas. Que hoy se gobierna desde las redes sociales y de nada sirve encerrarse en un despacho. Ya está dicho que está en la cresta de la ola de Doniños el ex de Ferrol, Rey Varela, y, además de la melidense, llega el de Baiona, que se hace cargo de marrón de Sanidade. Conclusión urgente: Feijoo no se va de momento. Y ya veremos después de lo que pase en las generales. Sigue siendo el mejor candidato para la reelección, por muy cuesta arriba que se ponga llegar a los 38 diputados de la mayoría absoluta en Galicia. Hay partido.