Cataluña, segunda parte

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

09 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

E s difícil encontrar reflexiones que sean a la vez sensatas e inteligentes acerca de lo que sucede en Cataluña y, en particular, sobre sus recientes elecciones. Si tuviese que elegir de memoria un par de ellas, me quedaría con una frase de Miquel Roca que simplemente no parece de este momento, pero que lo es: «Hago un canto y un elogio a la capacidad de entendimiento, pacto y acuerdo, porque sin eso no hay futuro ni en Cataluña ni en ningún sitio». Me parece tan oportuna y valerosa que me ha hecho pensar en lo poco que pinta el talento político en estas horas de dirigentes oscuros.

La otra frase la tuiteó el escritor Arturo Pérez Reverte a las 13.30 horas del día de las elecciones: «Tras veinte años de abandono, incompetencia, indiferencia gubernamental e impunidad de los golfos, votar español en Cataluña es un acto heroico». Y la clavó, porque la realidad ha ido esencialmente de esto, es decir, de independentistas unidos (de derechas y de izquierdas, que esto daba igual) contra los no independentistas, fervientemente desunidos y sobradamente contradictorios. Por eso lo que ha venido después es tan lógico y se resume en que nadie sabe a ciencia cierta lo que ha pasado ni cuáles serán sus consecuencias. El contraste entre los que minimizan los efectos y aquellos que los estiran y agrandan es tan abrumador que no parece que estemos hablando de las mismas elecciones ni de los mismos resultados. Pero sí estamos.

Todo lo cual nos ha llevado a desembocar en el océano de las interpretaciones y los pronósticos. Hasta el último mindundi tiene algo que decir y lo dice, e incluso se contradice si se le da un pequeño margen de tiempo. El guirigay montado es de aúpa. A la hoja de ruta independentista le ha caído un borrón, pero sus adalides trabajan sin descanso en su reparación. Porque ellos (CiU, ERC y CUP) están unidos solo por eso y por ninguna otra cosa. Luego, su guion-matraca no puede cambiar. Y no cambiará. ¿Y qué harán los demás, los no independentistas? Está claro: mirarse con recelo y hacer lo que más les convenga con vistas a las próximas elecciones generales. Por eso yo soy algo (poco) optimista. No cambiaremos de disco, pero al menos escucharemos la otra cara.