Gobiernos elásticos, Administración trashumante

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

09 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando un líder carismático llega al Gobierno, su tentación es pergeñar un gabinete donde encontrar la perfección de su yo. Ejemplos hay muchos, pero quizá uno de los más llamativos haya sido la trashumancia administrativa de la malpocada ciencia y tecnología, también en Galicia, que de un Ministerio de Educación y Ciencia migró a una Oficina de Presidencia del Gobierno, para volver a su ubicación, y luego pasar a un Ministerio de Universidades e Investigación al que la rebelión de los rectores llevó a su división pasando Universidades a Educación y dejando un disminuido Ministerio de Ciencia e Innovación, sometido a intereses lobistas de alta rentabilidad para algunos dirigentes sobrevenidos, y finalizar reducido a una escuálida -política y presupuestariamente- secretaría de Estado en el Ministerio de Economía, tal como en Galicia, cambiando rangos.

Con la llegada en el 2011 del Partido Popular a gobiernos autonómicos, tomó cuerpo un discurso muy al uso entre neoliberales: adelgazar la Administración pública. Discurso fortalecido con la llegada de Rajoy a la presidencia del Gobierno, al que se le añadió la demonización y persecución del privilegiado funcionario. Desde entonces, encabezados por Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha, que lo hizo, el desiderátum del buen gobierno era estrechar Ejecutivos y reducir Parlamentos.

En Galicia el discurso ya había tomado cuerpo anteriormente, y si bien en la reducción de parlamentarios hubo una evidente marcha atrás, todavía se siguió presumiendo de «un Gobierno reducido y optimizado», el más reducido de la historia de la autonomía. Hasta hace solo un instante.

Sobre el mal uso del yo por los líderes carismáticos avisa Kepa Aulestia, y aunque sea para corregirse no debería de incurrir en ello Núñez Feijoo. Pues siendo lícito corregir errores y entregar cabezas de turco, más conveniente sería una reflexión colectiva. Porque la decisión de Feijoo entrega una cabeza de turco, la conselleira Mosquera, que acumulaba una espléndida mala gestión en la sanidad gallega, pero también enmienda su decisión de gobierno ampliando las consellerías de ocho a diez. Y no es la situación económica la que lo justifica, sino la imposibilidad de dirigir con eficiencia políticas y Administraciones.

En esta decisión hay un efecto añadido: Cada nueva estructura de gobierno condiciona toda la estructura de la Administración pública. Desorganiza y entorpece la toma de decisiones, y tal tejer y destejer de estructuras, jerarquías y empleados públicos genera costes e ineficiencias de difícil recuperación, sin que en ningún caso la trashumancia reporte beneficios al ciudadano y al país.

¿Sería difícil que los líderes, carismáticos o menos, abandonaran su creatividad y se sometieran a normas y leyes que les obligaran a gobernar, incluso bien gobernar, con una estructura de Gobierno y Administración pública estable? También en esto, como en los nombramientos, la solución es la profesionalización de la Administración, y no el mangoneo.