Afirma la ministra del ramo que «derogar la reforma laboral es derogar la creación de empleo» y asegura que desde que se aprobó hay 800.000 parados menos.
Somos muchos los que desearíamos compartir el optimismo de Fátima Báñez. Pero un ligero repaso a algunos datos publicados en los últimos días enfría considerablemente los ánimos y las expectativas.
La Voz ponía ayer el dedo en la llaga de la lamentable evolución del empleo juvenil. Subrayaba que el número de horas trabajadas por personas de 16 a 29 años en el tercer trimestre de este año es menos de la mitad que en el 2008. Para los demás tramos de edades las cifras no fueron tan dramáticas, pero la cifra total de horas trabajadas está hoy aun un 10 % por debajo de la de antes de la crisis.
Según la EPA, el número de ocupados es también ligeramente inferior al del 2011, cuando Rajoy llegó al poder. Hay 200.000 afiliados menos a la Seguridad Social que entonces.
Además, los salarios pagados por las empresas en el 2014 suman 40.000 millones menos que antes de la reforma laboral
El porcentaje de parados con prestación ha caído desde el 70 % del 2011 al 35% actual.
Hay, sin embargo, otra afirmación de la ministra de la que nadie discrepa: «Lo que toca es crear más empleo, empleo de calidad».
La gran duda es que eso sea posible con los porcentajes de temporales y a tiempo parcial en los contratos que se están firmando con una normativa que parece haber sido mucho más útil a los empresarios necesitados de aligerar plantillas sin costes elevados que a los trabajadores en busca de empleo estable y de la tan pregonada como escasa calidad.