Cuando una ciudad tiene el privilegio de tener como vecino a un empresario como Amancio Ortega, su corporación municipal tiene el deber de tratarlo con un mínimo de cortesía, pues no podemos obviar el hecho de que su grupo de empresas da de comer a miles de gallegos, y genera una inmensa riqueza para nuestra comunidad. Por el contrario, la concejala de Igualdade coruñesa, Rocío Fraga, amadrinó días atrás el estreno de un documental crítico contra Inditex por, entre otros motivos, trasladar su producción a países extranjeros. Esta edil ya defendió la tesis, meses atrás, de que había que boicotear los productos de Inditex y, la verdad, me extrañó más el hecho de que el alcalde no la cesara fulminantemente cuando esto se supo que tan peregrino argumento. Los nuevos gestores de la ciudad herculina, tal vez por su inexperiencia, se atreven a lo que en ninguna otra parte del planeta se atreverían. A criticar a un gran hombre que desde la nada levantó un imperio, gracias al cual muchos miles de gallegos y no gallegos pueden llenar sus neveras todos los meses. ¿A qué espera entonces el alcalde Ferreiro?