Bertín

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

04 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A partir de ahora, el CIS tendrá que especificar si sus encuestas electorales están hechas antes o después del programa de Bertín. Tras el paso de Pedro Sánchez, la semana pasada, y de Mariano Rajoy, este miércoles, por la casa del cantante no sería raro que las formaciones pequeñas y las emergentes le reclamasen a la televisión pública su cuota de pantalla en la cocina del presentador. Vale más un minuto jugando al futbolín con él que el arranque de un telediario. Y no digamos esos espacios enlatados que se cuelan entre la información meteorológica y la telenovela. Para cuota de pantalla, la de Bertín.

Si a la mercadotecnia política lo que le importa es la humanización, aquí tiene sobredosis. Para bien y para mal, que cada quien lo procesa como le viene en gana. La confidencia de la última farra de Sánchez o la torpeza de Rajoy con la vitrocerámica; la camisa remangada del socialista o las pinzas en el tergal del pantalón del popular; una cierta simpatía del nuevo rostro del PSOE hacia Esperanza Aguirre o el reconocimiento político a Rubalcaba por parte del actual presidente; la medida cordialidad de los dos y la informalidad de soltar algún taco entre dientes por señores que siempre hablan en mireusté. Cualquiera de esas cosas servidas como fogonazos en el exitoso formato televisivo tienen más repercusión en el votante indeciso que las horas malgastadas en los mítines de la gira que hoy comienza.

La encuesta que ayer publicó el CIS coloca al PP y al PSOE todavía como las dos principales fuerzas. Al acecho, con evoluciones bien dispares, Ciudadanos y Podemos, cuyos líderes, por ciento, se han fraguado en platós de televisión. ¿Les faltará aún pasar por la casa de Bertín Osborne?