La ilusión no tiene recambio

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

21 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La ambigüedad calculada con la que los llamados partidos emergentes hicieron el esprint final hasta este 20D no les dio tanto fruto como esperaban Sobre todo a Ciudadanos, que se queda lejísimos de las expectativas que había generado. Pero también a Podemos (y asociados), que aunque obtiene un magnífico resultado partiendo de cero, no alcanza el objetivo de convertirse (sí en Galicia) en la referencia de la izquierda española, por delante del PSOE.

La irrupción de esas dos nuevas formaciones políticas cambia el panorama del Parlamento -y complica la gobernabilidad del país-, pero el nuevo mapa, más atomizado que nunca, dista mucho de aquel casi cuádruple empate que llegaron a dar las encuestas no hace tanto tiempo. La resistencia de los dos protagonistas de la tradicional alternancia fue mayor de lo que se vaticinó. Los cepillos que actuaron sobre el PP (Ciudadanos por el flanco izquierdo) y el PSOE (Podemos por la izquierda y Ciudadanos por la derecha) desbastaron el armazón del bipartidismo. Pero, pese al severo castigo recibido, los dos primeros mantienen una importante brecha con los que les siguen: PP y PSOE suman una cosecha de más de la mitad de los votos emitidos.

Poco consuelo. El panorama político que dibujaron las elecciones de ayer es, en buena medida, responsabilidad de quienes han dilapidado el caudal de confianza -ilusión en algunos momentos de la historia reciente- que empezaron a acumular con el estreno de la democracia. Si se han salvado de una debacle incontestable e ineludible para sus cabezas de cartel es porque los nuevos partidos han sido incapaces de generar ese punto de entusiasmo que hace irrefrenable el anhelo de cambio de la gente.

La gestión de la crisis y, sobre todo, la corrupción persigue a los viejos, pero una cierta sensación de productos prefabricados y la estudiada imprecisión en sus objetivos limitó la ascensión de los nuevos. El resultado de ayer deja algo claro: no existe un recambio para devolver la ilusión al país.