La investidura como paso previo a la embestidura

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

05 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El título de esta columna no constituye un juego de palabras facilón. Y es que, desoyendo el sabio consejo de que uno ha de cuidarse de lo que se desea porque puede acabar por hacerse realidad, Pedro Sánchez, hoy con más opciones de lograr su investidura de las que jamás pudo imaginar, corre el grave riesgo de que su obsesión por ser presidente del Gobierno a cualquier precio acabe por llevarlo a la Moncloa, de donde sus posibilidades de salir políticamente vivo serían las mismas que tenían de conservar en su sitio la cabeza quienes durante el Terror en Francia subían al patíbulo.

De hecho, incomprensiblemente entregado el PSOE a alguien dispuesto a culminar su debacle del 20 de diciembre («el peor resultado de la historia», en palabras de Susana Díaz), solo Podemos tiene ya en sus manos decidir si Sánchez logrará convertir su enfermizo deseo en realidad. Iglesias lo hará tras calibrar cuál es la alternativa (investidura o elecciones) que más le acercaría a la consecución de su auténtico objetivo: acabar con el PSOE. Si, contradiciendo su actual comportamiento, Iglesias optase por la investidura, estaríamos -según le ha advertido a Sánchez mucha gente- ante el comienzo de una verdadera embestidura. Pues, desde el mismo día en que se constituyera ese Gobierno de coalición entre PSOE, Podemos e IU al que Iglesias ha condicionado hacer presidente al líder socialista, comenzaría la embestida contra Sánchez: Podemos se lanzaría sobre él para apoderarse de sus votos y destrozar a un presidente al que tendría cogido literalmente por el cuello.

¿Cómo hacerlo? Es evidente: poniendo un día sí y otro también al flamante presidente entre la espada de incumplir todos los compromisos que España tiene adquiridos con la UE y la pared de continuar con el programa de ajustes que nos ha permitido empezar a crecer y crear empleo. Si Sánchez, por evitarse problemas con sus socios de Gobierno, actuase como si no existiesen la política y las instituciones de la UE, el desastre para España sería de una envergadura solo comparable al que sufriría el PSOE por haber hundido la recuperación que tantos esfuerzos ha costado conseguir. Si, por el contrario, y como han hecho Tsipras y Hollande antes que él, Sánchez pasase de ser el más duro crítico de los recortes a practicarlos con similar contundencia que el griego y el francés, Podemos dejaría tirado sin pensárselo dos veces al presidente socialista, que se vería obligado a convocar elecciones, de las que el PSOE saldría igualmente hecho unos zorros. Dicho claramente: en cualquiera de las dos hipótesis el PSOE pierde siempre y Podemos siempre gana.

Porque lo trágico es que la única fórmula de Gobierno que puede convertir en presidente a Pedro Sánchez, le cerrará cualquier posibilidad de gobernar. Me parece recordar que fue nuestro genial Jardiel Poncela quien dejó escrito que suicidarse es subirse en marcha a un coche fúnebre. Eso, un coche fúnebre, será, me temo, para Sánchez, si llega a ella, la Moncloa. Lo será también para el PSOE y, lo que resultaría muchísimo peor, para el país.