El reto imposible de nuestros políticos

José María García-Lastra AL DÍA

OPINIÓN

12 feb 2016 . Actualizado a las 17:32 h.

Muchos creen que el intento de Pedro Sánchez tiene pocos visos de alcanzar su objetivo. Posiblemente, se dice, haya nuevas elecciones, y con ellas otra campaña electoral. Sería todo un reto para nuestros políticos. Tendrían que guardar en el último cajón sus discursos actuales y comenzar a tejer una nueva estrategia. No valdrá ya solo enamorar a sus hooligans, sino -sobre todo- comenzar a tender puentes a los necesarios y posibles aliados. Hasta hoy mismo nadie lo ha hecho. Todos se han mirado el ombligo con sus atisbos de propuestas programáticas, dejando muy poco hueco para que nadie se les acerque. Lo evidente, en estas situaciones, es construir pistas de aterrizaje para que los que están en otras posiciones puedan tomar tierra o al menos comenzar una maniobra de aproximación. Pero para eso no valen los discursos actuales, ni tampoco los de la campaña electoral, ni siquiera ninguno de los que estuvimos oyendo en la anterior legislatura. Nuestros políticos, en su totalidad, han jugado a fidelizar a sus fieles y a espantar a los demás. De esa forma han conseguido levantar enormes barreras infranqueables entre partidos y además intoxicar de política cada rincón de la vida pública y privada de los españoles. Decía hace unas semanas Tobías Buck en su columna de Financial Times que «es difícil escapar de la política en España», y es verdad. Todo lo ha inundado el debate político llevando cualquier cosa a la máxima tensión. Da igual si es una cabalgata de Reyes, un partido de fútbol o una discusión con el cuñado plasta de siempre. Así es imposible tender puentes.

Cualquiera que sepa de negociaciones sabe que a la hora de afrontarlas hay que conocer primero hasta dónde se puede ser flexible y segundo dar señales a la persona con quien negocias de cómo puedes mover tus fronteras. Ninguna de esas tácticas las hemos visto hasta ahora. Y ambas deberán aparecer cuanto antes si queremos salir de las rocas en las que hemos encallado. No sirven además ni los maximalismos ni los populismos con lo que todos juegan. Hay que estar dispuestos a dejarse muchos pelos en la gatera y a modificar lo que hasta ahora se preestablecía como inmodificable. La historia política reciente está llena de muchos esguinces cervicales por cambios de postura de nuestros líderes políticos. Ahí están ejemplos tan conocidos como los relacionados con seguridad ciudadana, matrimonio homosexual, defensa, política fiscal, aborto, liberalización de horarios comerciales y un sinfín más de temas dónde los de un lado y los de otro han tenido que cambiar de opinión. Así que mejor intentar preparar el terreno que, si no es ahora, será después de una nueva convocatoria electoral.

Además sería de agradecer que a favor de ese nuevo ambiente de consenso que tanto añoro trabajaran también algunos medios de comunicación. Aunque en esto sí que tengo pocas esperanzas. Los medios han aprendido que si dan a sus fieles lo que ellos esperan, les cuentan lo que quieren escuchar, opinan como de ellos se espera que opinen, les irá bien. Lo aprendieron primero de la prensa deportiva y después de las cadenas radiofónicas musicales. Cada uno quiere oír lo que ya sabe aunque sea repetido mil veces.

Pero a los políticos se les debe exigir más que nunca cordura, aunque no levanten tantos aplausos entre los suyos, aunque a alguno de sus fieles le rechine su moderación. Necesitamos que empiecen a construir esas pistas de aterrizaje y si de esa forma además moderan la tensión de la calle mejor todavía. Los hooligans no aportan nada en este momento. El problema es si estos candidatos actuales serán capaces o alguno deberá dejar el relevo a otro con más cintura.