Renuncias inteligentes

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

02 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El general Ramón María  Narváez, que fue siete veces presidente del Consejo de Ministros entre 1844 y 1868, tenía un lema político inequívoco: «Gobernar es resistir». Y a él se acogió con éxito siempre que lo creyó necesario, aunque no se pueda decir que con un espíritu precisamente democrático. Se trataba de gobernar y punto. En 1977, es decir, un largo siglo después, Joaquín Garrigues Walker, ministro de Obras Públicas en un Gobierno de Adolfo Suárez, escribió que «Gobernar no es ceder» y elogiaba al primer ministro británico James Callaghan, laborista, por resistirse a aplicar medidas impopulares para recuperar la economía del país. Hay que decir que un mes antes se habían firmado en España los pactos de La Moncloa y el horno estaba preparado para toda clase de pasteleos y componendas con innegable grandeza de miras. De modo que gobernar ya no era ceder, pero estaba bien visto que, para  lograr el éxito, se supiesen hacer renuncias inteligentes de las que luego poder felicitarnos (todavía después vino el escritor Camilo José Cela con el Premio Nobel de 1989, que sirvió para entronizar socialmente su lema de que «el que resiste, gana». Porque él ganó resistiendo y repartiendo estopa  preventiva contra adversarios reales e inventados). Así fuimos avanzando, paso a paso, hasta llegar a nuestro panorama político actual y sus resistentes candidatos. Todos parecen seguidores acérrimos de aquel brillante André Maurois que aconsejaba «resistir siempre, porque nunca se es vencido del todo». Y algo debe haber de esto para que tanta tenacidad no sufra desmayos. Miremos alrededor y extasiémonos. Rajoy resiste. Sánchez resiste. Iglesias resiste. Rivera resiste. Y nosotros resistimos una campaña interminable. Porque si fuesen  menos resistentes, probablemente ya habrían alcanzado algún acuerdo sensato. Y así habríamos salido de Narváez para llegar a Garrigues Walker (es decir, a Adolfo Suárez), lo que significaría que algunos de los cuatro jinetes que pugnan por llegar al Gobierno habrían acordado «renuncias inteligentes» para superar el parón. Pero no. Aquí todos quieren el poder. Y siguen dispuestos a resistir lo que haga falta para gobernarnos.