Solo valen las palabras, lo demás es charlatanería

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

04 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Me tenéis descompuestitos los nervios»: eso nos decía de niños a mis hermanos y mis primos una mujer muy buena a la que todos quisimos de verdad -nuestra tía Conchita- cuando nos empeñábamos en gamberrear con travesuras tan malas de aguantar como inocentes: meternos vestidos en el pilón de los peces que había en la Alameda de A Estrada, por ejemplo.

Quienes desde el 20D hayan seguido la vida pública española estarán como mi tía: con los nervios descompuestitos ante el espectáculo insufrible de unos políticos que no paran de hablar -lo hacen mañana, tarde y noche, de lunes a domingo, hasta la asfixia- aunque sin decir casi nunca nada sustancial sobre los muchos asuntos que conforman la realidad nacional e internacional. Todo indica que en los meses que restan hasta las próximas generales vamos a ser pacientes (¡y nunca mejor dicho!) de la misma medicina.

Fue el rumano, asentado en Francia, Eugène Ionesco, genio del teatro del absurdo al que jamás he dejado de leer, quien resumió a la perfección el contraste existente entre los que hablan por hablar y los que transmiten ideas y asumen compromisos: «Solo valen las palabras: lo demás es charlatanería», escribió Ionesco, con una aparente paradoja, tan de su gusto, según puede comprobarse con la lectura de esa obra maestra que es La lección, una de sus inimitables obras de teatro.

A falta de discursos con verdadero contenido sobre asuntos sustanciales (palabras de verdad) hemos estado sometidos, y me temo que vamos a seguir estándolo hasta el 26 de junio, a la más pura y descarada charlatanería, esa que nos hurta los debates a los que tenemos derecho sobre los grandes temas de los que, según ha quedado demostrado, casi ningún político quiere decir ni una palabra.

¿Qué se ha explicado desde el 20D sobre cómo hacer frente al gravísimo desafío de la crisis inmigratoria que vivimos en Europa? ¿Qué respecto de cómo combinar el respeto al déficit y el mantenimiento de los servicios públicos esenciales para la comunidad? ¿Alguien ha aportado alguna idea -y digo idea y no ocurrencia- en relación con la lucha contra el paro, el modelo productivo y la crisis industrial? ¿Hemos asistido a algún debate serio -y digo debate y no rifirrafe- en relación con el tema vital de la crisis demográfica, en la que nos jugamos el futuro? ¿Ha hecho la oposición (PSOE, C’s y Podemos) algo más que insistir hasta la saciedad en que todo se solucionará echando a Rajoy de la Moncloa? ¿Y ha avanzado el Gobierno alguna idea que vaya más allá de que debemos mantener las políticas que han permitido superar la recesión y comenzar a crear empleo?

No se trata, por supuesto, de convertir la precampaña y la campaña en un inmenso seminario académico sobre los muchos asuntos que constituyen la agenda política española e internacional. Pero tampoco de que sigamos en esta dinámica de hablar y hablar sin decir nada sustancial, de criticar sin aportar una sola alternativa y de prometer lo que todo el mundo sabe (los promitentes y los prometidos) que no podrá cumplirse. Todo eso que, hablando en plata, se llama charlatanería.