Ruina para España y negocio para los partidos

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

05 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No contentos con haber ofrecido un espectáculo lamentable durante cuatro meses, de haber dejado a España un año sin Gobierno, de haber puesto siempre sus intereses por encima de los del país, y de obligarnos a votar de nuevo para solucionar el entuerto, como si fuéramos nosotros los que hemos fracasado, y no ellos, los partidos pretenden además tomar el pelo a los ciudadanos. Asistimos a una comedia en la que los políticos hacen actos de contrición, piden perdón por su incapacidad, derraman lágrimas de cocodrilo, aseguran haber aprendido de sus errores y muestran propósito de enmienda. Puro teatro. No solo no han aprendido nada, sino que están dispuestos a repetir punto por punto la ristra de vilezas que nos ha llevado hasta aquí.

Repasar los titulares de estos días es caer en un horrible déjà vu. Rajoy, con gesto de aburrimiento y desgana, nos dice que no le apetecen los debates. Pablo Iglesias, que sigue instalado en la soberbia, se autoproclama presidente y le ofrece a Pedro Sánchez ser el número dos de su Gobierno. Albert Rivera insiste en sostener que todos los males de España se arreglarán cuando Rajoy deje de ser el líder del PP. Y Pedro Sánchez presume de transparencia y de haber rechazado el apoyo de los independentistas, cuando ahora sabemos que se reunió en secreto, a espaldas hasta de su propio partido, con Oriol Junqueras, con Ada Colau y quién sabe con quién más, para pedirles su ayuda.

Estamos a 38 días de que arranque la tortura de una nueva campaña electoral y a más de un mes y medio de las elecciones. Pero ya sabemos que solo nos aguarda más de lo mismo. De entrada, y a pesar de su manifiesto fracaso, la primera decisión de todos los partidos ha sido presentarse exactamente con las mismas listas. Al parecer, todos los diputados han sacado un sobresaliente en esta infame legislatura y ninguno se merece perder la poltrona y los privilegios. Es como aquel entrenador que pierde cinco a cero y no solo no hace ningún cambio, sino que premia luego a los derrotados.

Digan lo que digan, los partidos no piensan cambiar en nada. Pero, como son conscientes de que el tiempo muerto que nos espera hasta las elecciones puede ser insoportable, entretienen al personal con un debate sobre las medidas para abaratar la campaña. Presentan como una gran concesión la renuncia a inundar la calle de carteles y banderitas. Pero ni se les pasa por la imaginación asumir un solo euro del coste de sus propias campañas renunciando a una parte del dinero público que reciben por el mero hecho de presentarse a las elecciones. ¿Cabe mayor escándalo que el de que los partidos hayan recibido 21.167,64 euros por cada escaño logrado el 20D en el Congreso y el Senado, más 0,81 o 0,32 euros por cada voto en ambas Cámaras, y que vayan a cobrar otra vez la misma cantidad por unas elecciones celebradas solo seis meses después? Si esa desvergüenza se consuma, repetir los comicios será una ruina para los españoles, pero un gran negocio para los partidos.