Hillary Trump

Carlos Agulló Leal
Carlos Agulló EL CHAFLÁN

OPINIÓN

27 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A ojos de un europeo parece que hay pocas dudas: Hillary Clinton no solo tiene más opciones que Donald Trump, sino que sería una presidenta -pese a su propio pasado- más propicia para la tranquilidad mundial. Pero en Estados Unidos, ese mundo que sentimos tan próximo por el cine y la cultura del consumo aunque estemos tan lejos de comprender las claves que mueven a muchos millones de sus habitantes, la ex primera dama, ex secretaria de Estado y candidata demócrata despierta también recelos y antipatías.

Pese a que cueste creerlo e inquiete desde este lado del Atlántico lo que pueda pasar después de las elecciones de noviembre, las últimas encuestas revelan que el histriónico, misógino y racista le pisa los talones a Hillary Clinton, que para muchos norteamericanos representa lo peor de una especie de aristocracia política encastillada y ajena a los intereses de lo que ellos denominan pueblo americano. No es extraño que ante esa escalada demoscópica de Trump, Barak Obama dedique buena parte de su tiempo en la cumbre del G7 a tratar de convencer a sus colegas del orbe del peligro que para el mundo supondría un presidente como el republicano. El problema para Obama, para Hillary Clinton y hasta para el izquierdista Sanders es que las dudas no están fuera de Estados Unidos.

Europa se enfrenta a sus propios fantasmas, con el avance en varios países de fuerzas de extrema derecha y formaciones populistas de idearios más o menos ocultos. España trata de salir de su particular atolladero con unas nuevas elecciones de resultado quizás muy parecido al de diciembre. Pero lo que está pasando en EE. UU., aunque lo pretendamos, no nos es ajeno.