El engaño de la campaña electoral

OPINIÓN

06 jun 2016 . Actualizado a las 08:56 h.

La palabra engaño tiene varias acepciones. Una de ellas es peculiar del castellano al referirse a lo que usan los toreros para que embista el animal. Para no llamarse a engaño, con permiso de la metáfora, ese artificio puede extrapolarse a la campaña electoral. Los candidatos han saltado al ruedo y despliegan su trapo para atraer a los ciudadanos a su terreno. El engaño taurino procura utilizarse de la manera que el maestro entiende que es más eficaz para su propósito, según el sitio o la tendencia advertida o la posibilidad o dificultad de redondear una faena. También eso es trasladable a las campañas electorales

En elecciones polarizadas, como las próximas, se acentúan los capotazos, los trazos gruesos, las diferencias. Lo que se rechaza cobra una fuerza singular. Se trata de concentrar esfuerzos sobre lo que se estima más próximo. El engaño de Unidos Podemos es ofrecerse como casa común de la izquierda contra un gobierno del PP. En esto no existe duda alguna. Tampoco en la incompatibilidad de este con aquellos, por el peligro institucional, económico e internacional que suponen. De ahí, su apelación a la estabilidad, incluida la continuidad, a la seguridad frente a la incertidumbre, o sus recientes apuestas. A su vez, el candidato del PSOE ha reiterado que descarta apoyar, ni directamente ni con abstención, un gobierno del PP y en la misma línea referentes del partido. El engaño de Ciudadanos ha empezado a notarse con el funambulismo de las declaraciones de su líder, su pretensión de notoriedad, el estilo del vídeo que le promociona, en las antípodas del Adolfo Suárez que invoca de modo abusivo. No serán las sillas; son los votos para sobrevivir.

Todo el mundo está de acuerdo en que son intolerables otras elecciones. Para Rajoy serían una burla; Sánchez aseguró que no se celebrarán. Una plataforma de intelectuales insta a los partidos que se forme un gobierno. Esa presión será creciente. Cómo pueden salir las cuentas tal como están las cosas. Mariano Rajoy parece confiarse en que al final, si el PP es el más votado, sería una irresponsabilidad que el PSOE no le vote. Es mucho confiar. De otra parte no existe seguridad que no vuelva a repetirse el intento de Pedro Sánchez y Albert Rivera. Dependerá de los resultados que obtengan y, en concreto, de que los Podemos no adelanten al PSOE. Lo que entonces no fue posible, de lo que se pavonea Rivera, ahora lo es porque va a ser muy difícil que Podemos pueda resistir la acusación de permitir la continuidad del PP por no otorgar la abstención a PSOE-Ciudadanos. Desde esa perspectiva encajan los pronunciamientos antes referidos y la reflexión de Felipe González de que es más fácil que haya investidura que un gobierno que gobierne. Así se entiende la declaración de Pedro Sánchez de someterse a una moción de confianza a los dos años. Es el peligro que anónimos poderes no quieren ver. El voto al PSOE y a Ciudadanos resulta afectado por esa eventualidad. Es un motivo para la reflexión.