El pícaro Pedrillo y su corte de tunantes

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

29 jun 2016 . Actualizado a las 09:55 h.

De los contundentes resultados de las elecciones del domingo parecían derivarse dos claras evidencias: que nadie iba a discutir a Rajoy su derecho a ser presidente; y que quien podía bloquear su investidura -el PSOE- no iba a cometer tan craso error, que pondría gravemente en cuestión la esencia misma del sistema democrático.

Y todo ello por varias razones que se refuerzan entre sí: porque el PP fue el ganador de los comicios y obtuvo sobre el PSOE la mayor ventaja en número de escaños (52) que, cuando no ha habido mayorías absolutas, el primer partido ha sacado al segundo en todas las elecciones celebradas desde 1977 para acá; porque mientras PSOE, UP y C’s perdían votos, escaños, o ambas cosas, los populares aumentaban sustancialmente los sufragios, su porcentaje y el número de diputados que se sentarán en su bancada; y porque, en fin, la única alternativa a un Gobierno dirigido por Rajoy sería uno presidido por Sánchez, con el apoyo de Podemos y de los independentistas catalanes, fórmula que ya el PSOE rechazó de plano tras las elecciones de diciembre.

Sin embargo, y contra todo pronóstico sensato, el líder socialista, comportándose como uno de esos pícaros de nuestro Siglo de Oro que vivían a salto de mata de su astucia y su habilidad para las trampas y el engaño (El Buscón o El Lazarillo) ha fijado una posición (el PSOE ni votará a Rajoy ni se abstendrá) que conduce directamente a la completa imposibilidad de que Rajoy forme Gobierno. Mientras, Sánchez y su corte de tunantes proclaman con un cinismo ignominioso que ¡el líder del PP debe intentarlo por ser el ganador de los comicios!

Por tanto, dejémonos de juegos. El PP obtuvo 137 diputados y, en el mejor de los casos, podría llegar a contar en la investidura de Rajoy con 175 (la mitad justa de la Cámara) si lograse el apoyo de C’s (32), PNV (5) y Coalición Canaria (1), pues a nadie se le escapa que ni lo votarán ni se abstendrán Podemos, Bildu y los independentistas catalanes. Dicho de otro modo, si el PSOE no permite con su abstención que Rajoy forme Gobierno, porque solo así podría alcanzar la mayoría (absoluta o relativa) solo cabrán dos alternativas: o repetir las elecciones o que gobiernen el PSOE, Podemos y los independentistas.

En esta situación, los ciudadanos españoles tenemos derecho a que no se nos vuelva a someter a la tortura que siguió a las elecciones de diciembre y, en consecuencia, a que el PSOE aclare cuál es su posición: si hacer presidente a Sánchez con los votos de Podemos y los independentistas o permitir la investidura del candidato del PP. Proclamar que Rajoy debe intentar formar Gobierno al mismo tiempo que se anuncia que se bloqueará su investidura es una sucia forma de tratar otra vez de engañar a todo el mundo, que, mientras España se hunde, solo puede conducir a unas terceras elecciones.

Si Sánchez se empeña en ello lo logrará, como ya lo consiguió después del 20D. Y el premio que obtendría sería entonces aun mayor que el ganado antes de ayer: regalarle directamente la mayoría absoluta al líder del PP.