Superar el sectarismo de la izquierda

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

29 jul 2016 . Actualizado a las 07:36 h.

Uno de los factores que dificultan romper el bucle que atenaza la situación política en España es la incapacidad de los partidos de la izquierda para ponerse de acuerdo. Y lo más preocupante es que esta falta de entendimiento no parece una cuestión puntual, sino una nueva reedición del sectarismo que ha caracterizado a la izquierda durante una buena parte de su historia. Pero, en este caso, más que sectarismo estamos ante un caso de miopía aguda: el PSOE solo puede volver a gobernar si alcanza acuerdos con Unidos Podemos y el resto de fuerzas de la izquierda. Ahora y en el futuro, en el Gobierno central y también en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos. Y sucede exactamente lo mismo pero al revés: Unidos Podemos solo podrá gobernar si es en colaboración con el Partido Socialista.

La reformulación del espacio de la izquierda hace imposible que ninguna de las dos fuerzas por sí mismas pueda alcanzar una mayoría de gobierno. Están condenadas a entenderse y cuanto antes acepten esta realidad será mucho mejor para ellas y, sobre todo, para sus votantes. El PSOE no va a desaparecer y Unidos Podemos es una fuerza ya consolidada con amplio recorrido. El PP está feliz en este escenario, porque si la izquierda sigue por este camino sabe que ocupará el nucleo central de la gobernabilidad en España durante mucho tiempo.

Para superar la sinrazón del sectarismo de la izquierda, cada una de las fuerzas tiene que hacer sus propios deberes. El primero, compartido, es el de reconocerse entre ellas como partes legítimas de la izquierda porque, a pesar de las diferencias, representan un electorado que quiere avanzar por un camino compartido. Esto significa olvidarse de cualquier estrategia para acabar con el rival porque, además de estar condenada al fracaso, esta lucha fratricida solo beneficia a la derecha.

El segundo es que cada una entienda cuál es su papel y lo acepte. El Partido Socialista tiene que resolver definitivamente el conflicto entre sus dos almas y aclararse si quiere gobernar desde su espacio ideológico tradicional o cambiar de bando dejando atrás sus señas de identidad históricas. Por su parte, Unidos Podemos debería olvidarse de intentar sustituir al PSOE, esto es, de ocupar el espacio socialdemócrata y acabar con su diletantismo ideológico presentándose ante la ciudadanía como lo que realmente es: una fuerza que busca una transformación profunda tanto de la sociedad como de la forma de hacer política desde los valores de la izquierda.

En definitiva, aceptarse como fuerzas diferentes pero compatibles, que van a convivir durante mucho tiempo, que se necesitan la una a la otra, que comparten más de lo que las separa, que las dos son necesarias para recuperar el bienestar perdido por la mayoría social y que, por lo tanto, deben abandonar la estrategia de la confrontación y sustituirla por una práctica colaborativa desde sus diferencias. Y deberían hacerlo desde ya, formulando una alternativa de gobierno progresista si Rajoy es incapaz de lograr una mayoría parlamentaria.