Podemos quiere elecciones y comerse al PSOE

OPINIÓN

22 oct 2016 . Actualizado a las 10:28 h.

La UTE denominada Podemos está haciendo todo lo posible para que se celebren terceras elecciones consecutivas y comerse al PSOE. Su estrategia se centra en duras declaraciones de Pablo Iglesias y en incendiar las redes sociales contra la abstención del PSOE, movilizando a los afiliados socialistas para que el comité federal no pueda cambiar el empecinado «no es no» por el responsable y beneficioso de la abstención, «que no es apoyar».

Esta táctica empezó mandando simpatizantes a la calle Ferraz para vociferar contra la posición mayoritaria que quería que Pedro Sánchez dimitiese y se ha redoblado en todos los ámbitos, como el miércoles con doscientos violentos con caretas y capuchas impidiendo un acto del expresidente del Gobierno Felipe González en la Facultad de Derecho de la UAM. Todo para impedir que Rajoy gobierne e ir a nuevos comicios, que supondrían la derrota estrepitosa del PSOE -un partido mayoritario, de gobierno y constitucionalista- y la consolidación como fuerza hegemónica de la izquierda de un conglomerado, Podemos, secesionista, antisistema y populista. Y todo con la ayuda de una cierta izquierda que ha desertado del patriotismo igualitario y se ha adentrado con su relativismo disgregador por el camino del divisionismo y la burla de los símbolos del Estado.

Estos podemitas, miembros de las distintas composiciones que conforman su unión temporal de empresas, son los que llaman genocida a Cristóbal Colón, insisten en retirarle la estatua que le honra en Barcelona para sustituirla «por una alegoría de la resistencia de los pueblos indígenas»; sustituyen la bandera nacional por la whipala; varios ayuntamientos que están en sus manos decretan laborable el Día de la Hispanidad porque «tiene connotaciones franquistas», cuando es una fiesta instaurada en 1918 e impulsada durante la República; califican de «anacrónica” y “xenófoba» la conquista de Granada por los reyes católicos; llaman separatista a Rafael Casanova y franquistas a Salvador Dalí, Josep Pla, y Miguel Miura, y se sirven de las urnas para llegar al poder y desbordar la democracia.

Estas lumbreras que dividen a la sociedad son las que quieren merendarse al PSOE y ocupar su territorio, contando con la connivencia de una parte de los dirigentes socialistas que se aferran al «no es no» y de otra buena de su radicalizada militancia, más cerca de Podemos que de la socialdemocracia. Quedarse, en definitiva, con el santo y seña de la izquierda, erigirse en la oposición al PP y gobernar España o lo que quede de ella cuando hayan celebrado a los cuatro vientos el derecho a decidir de unos pocos en todas las partes que la conforman.

Pablo Iglesias ha vuelto a la cueva y, efectivamente, nos ha metido el miedo en el cuerpo y el odio en las redes. Se ha convertido en paladín de todos aquellos que, por un procedimiento u otro, luchan por desgarrar España y alardea de no haber acudido a los actos de la Hispanidad ni a los Premios Príncipe de Asturias porque desprecia a las instituciones que cosen la nación, mientras alaba los festejos que organizan algunas comunidades autónomas para mirarse al ombligo y ensalzar lo propio en detrimento de lo común.