El comité de los 139 mangas verdes

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

24 oct 2016 . Actualizado a las 12:32 h.

Los mangas verdes eran cuadrilleros de la Santa Hermandad que rara vez llegaban a tiempo para cumplir su misión: restaurar el orden. El Quijote los cita a menudo. Y hoy aún los recordamos en el modismo «A buenas horas mangas verdes». El PSOE celebró ayer su comité federal y yo pensé en los cuadrilleros. Lo hice luego de releer una de esas novelas imprescindibles que llegaron de América en el pasado reciente.

Descubir la narrativa americana, después de Faulkner, fue para mí una ventura. Una mayoría de buenos lectores son de Ford o De Lillo, yo de Philip Roth. Ayer no estuve con él, sino con Wallace Stegner, En un lugar seguro. Y como soy de los que todavía usan lápices encima de los libros, encontré alguna frase subrayada: «Y hasta en el preciso momento en que te estás disolviendo y convirtiendo en espuma, puede que sigas creyendo que las cosas te van bien».

Mi libro tiene ocho años. El PSOE pronto llegará a los 140. Así lo deseo: que llegue. Pero la deriva en que ha caído, y que tiene como colofón el domingo 23 de octubre del 2016, me hace albergar arduos titubeos.

Todo empezó cuando nueve votos otorgaron a Rodríguez Zapatero las riendas del partido. Nadie apostaría a ganador con aquel político de escasa formación intelectual y discurso huero.

Años después ganó las elecciones generales. El Prestige, Irak y los atentados del 11 de marzo le dieron la victoria.

Y ahí, aunque no lo parezca, empezó el PSOE a cavar la fosa que ayer culminó. Porque lo de Zapatero fue el germen de la debacle socialista: el deterioro progresivo, la demagogia y el viraje hacia la extrema izquierda. Ellos, los zapateristas, alentaron a los medios de comunicación que más tarde los hundieron. Ellos iniciaron la campaña de criminalización del PP. Ellos elevaron a las alturas el poder de las asambleas callejeras o alentaron el populismo más zafio: el de Podemos y sus niños bien. Pedro Sánchez insistió en tal extravío.

Y queriendo ser más de izquierdas que la extrema izquierda, le brindó cinco millones de votos a los que solo tenían como objetivo acabar con el PSOE.

Por eso no dimitió hace casi un año, como debía. Por eso quiso ser investido presidente con 90 escaños e intentó serlo con 85. Un disparate.

Hace dos días, un sondeo le otorgaba al PSOE menos del 16 % en intención de voto. He aquí el logro de Zapatero y Pedro Sánchez. Ellos, como en la novela de Stegner, seguían creyendo que las cosas iban bien.

Ayer, 139 socialistas quisieron retomar el sentido común votando a favor de la abstención en la investidura de Mariano Rajoy, el candidato que ganó las elecciones del 2015 y el 2016. Como los mangas verdes, llegaron tarde.

Los niños bien de Podemos (partido en que deben darse de alta los diputados que no acaten la democrática decisión socialista) se refocilaban en la boyera de Twitter. Piensan que son el futuro.