Expediente Feynman

Jorge Mira Pérez
Jorge Mira EL MIRADOR DE LA CIENCIA

OPINIÓN

11 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los archivos del proceso de nominación para el Premio Nobel son secretos, y no se hacen públicos hasta que pasen 50 años de la concesión. Así, este año hemos sabido los detalles de la edición de 1965, cuando fue premiado uno de los científicos más populares del siglo XX: el físico norteamericano Richard Feynman (1918-1988). Destaca el alto número de nominaciones que acumuló su candidatura (48), bastantes más que las recibidas por Sin-Itiro Tomonaga (15) y Julian Schwinger (29), que compartieron con él ese Nobel. Lo ganaron por ser constructores de la llamada electrodinámica cuántica, un beso entre teoría de la relatividad y mecánica cuántica que describe cómo interactúa la luz con la materia. ¿Por qué destacó tanto Feynman? En primer lugar, por su mente brillante que lo abarcaba todo: participó en la creación de la bomba atómica siendo un veinteañero, fue un visionario (creó el concepto de nanotecnología y anticipó la revolución de la computación cuántica) y hasta inventó una representación artística para operar en física.

En segundo lugar, por su extravagante carisma: su capacidad de comunicación, unida a una imagen y voz impecables, lo llevaron a la televisión y a actos públicos en los que derrochaba ironía y humor. Todo esto lo demostró en la comisión de investigación del desastre del transbordador espacial de 1986: yendo a contracorriente, destapó de un modo espectacular tanto la causa del accidente como varias deficiencias en el funcionamiento de la Nasa. El señor Feynman ese día no estaba de broma.