Los caminos de Pedro Sánchez

Arturo Maneiro
Arturo Maneiro EL VENTANAL

OPINIÓN

17 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez, el más reciente exdirigente del PSOE, sigue en su empreño de volver a mandar en los socialistas españoles. No se da por vencido. No deja de viajar por distintas partes de España. Quiere ganarle a los que le echaron el pasado mes de octubre. Está convencido de que han hecho una injusticia con él. Considera que la militancia está con sus tesis de no permitir gobernar a Mariano Rajoy bajo ningún concepto y en ninguna circunstancia. Evidentemente, sería un tanto anormal que un afiliado socialista -o de cualquier otro partido de la oposición- se sintiese feliz dejando gobernar al Partido Popular. En eso Pedro tiene razón. El problema para el exlíder socialista es que las urnas son las que deciden.

El relato de Pedro Sánchez de que debería gobernar un conglomerado de izquierdas liderado por el PSOE, podría haber tenido éxito en su momento. Pero las urnas le hicieron perder muchos escaños en las elecciones del 20D, lo cual quiere decir que sus propuestas no encontraron respaldo en los electores. Esta tesis se reforzó en la campaña de la segunda convocatoria de electoral del 26J. Sus propuestas en ese segundo intento podrían haber despertado la ilusión de los electores. Sin embargo, el apoyo social mermó de forma progresiva, lo mismo que su representación parlamentaria.

Estaba claro que sus propuestas, sus proyectos y sus programas no fueron lo suficientemente motivadores para el electorado socialista. Más bien todo lo contrario: el pesimismo y el desencanto echaron para atrás incluso a los incondicionales. Solo una militancia despechada se manifestó en favor de las propuestas de Pedro Sánchez. El relato en ese momento decía que el aparato del PSOE había defenestrado a su secretario general para facilitar que gobernase el PP. Todo menos reconocer que el electorado español no estaba ya con los socialistas. Y de esta forma, Pedro Sánchez se lanzó a los caminos para sentirse arropado por la militancia, pero sin apearse de las tesis que le hicieron perder elección tras elección. El problema no era que él perdía en las urnas, el problema lo situaba en el aparato del partido.

Una ofuscación parecida la están sufriendo los socialistas catalanes y vascos. La pérdida de identidad como partido, diluyendo sus planteamientos en las tendencias nacionalistas, no les ha proporcionado más respaldo, sino que ha provocado una constante pérdida de votantes. El primer secretario catalán, Miquel Iceta, ha sido reelegido en su cargo y persiste en el error y en la caída. Los socialistas vascos, liderados actualmente por Idoia Mendía, siguen la misma senda, pero estos se han quedado tranquilos porque lograron una pequeña parcela de poder.

De todo ello se puede concluir que el PSOE solo será auténticamente un partido de alternativa en el Gobierno si vuelve a sus orígenes, con un programa claro, con un proyecto real para el país y con la suficiente sensatez como para no oponerse irracionalmente a los planteamientos de la Unión Europea. Pero para eso necesita de una vez un líder indiscutible. Mientras esto no sea así España se resentirá y el PP puede seguir tranquilo.