El listillo

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

14 ene 2017 . Actualizado a las 10:42 h.

El listillo no es, en contra de lo que él mismo cree, un depredador, pero sí un bicho dañino, aunque no tanto por él mismo como por su capacidad de multiplicarse hasta convertirse en plaga. Un listillo aislado podría resultar incluso gracioso, pero muchos devienen en fastidio, aburren. Al listillo se le llama así, no porque sea listo o lo parezca -nadie se equivoca en esto-, sino porque él se tiene por tal, y porque propende a despreciar a los demás, de manera particular a los prudentes. De modo que va por la vida muy suelto y sin incomodarse nunca con las molestias que produce, casi siempre menores a corto y gigantescas a largo plazo. Pero el listillo carece de visión general.

Por ejemplo, el listillo piensa que si alguien deja una distancia de seguridad con respecto al coche de delante se debe a falta de audacia. De modo que si ve un hueco mínimo en el carril que considera más rápido, aunque no sea el suyo, meterá el morro sin remedio y provocará el susto y el frenazo del otro sin darle mayor importancia. Habrá ganado dos metros, como mucho, pero se sentirá muy satisfecho. El otro conductor, si es sensato, ni siquiera le pitará, pero su frenazo habrá provocado el de todos los que le seguían por el mismo carril, con el consiguiente susto, pequeño o grande, el aumento general del consumo de combustible y de la contaminación y el descenso de la velocidad media del tráfico. Así empiezan los atascos. Al listillo no le importa. Él se siente un crac.

Con público televisivo o dinero de por medio, el listillo común muta en carroñero y devora lo que se le ponga por delante. A sus propios hijos, si hace falta.

@pacosanchez