Patxi López encarna lo peor del zapaterismo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

17 ene 2017 . Actualizado a las 08:23 h.

Que Patxi López se presente como candidato a la secretaría general del PSOE, y que tenga serias posibilidades de convertirse en el nuevo líder del partido, indica hasta qué punto es grave la crisis de los socialistas. López puede ser cualquier cosa excepto una expectativa ilusionante de futuro, y menos de renovación o de corrección de los errores cometidos. Su biografía explica de manera paradigmática esa forma de hacer política que ha llevado al PSOE adonde está, y que consiste en confundir centralidad con indefinición, moderación con equidistancia, diálogo con falta de principios, y en amoldar siempre el discurso a las circunstancias. En eso, es fiel discípulo de Zapatero.

Asegura López, por ejemplo, que abstenerse para dar el Gobierno al PP fue un grave error. Pero a él no le importó convertirse en lendakari gracias al apoyo de los populares, sin haber ganado siquiera las elecciones. Y en cuanto fue elegido, se dedicó a denigrar a quienes le auparon sin pedir nada a cambio y a chalanear con el PNV, desbaratando así la oportunidad histórica de un País Vasco liberado del yugo nacionalista. Mucho antes, había traicionado ya la palabra dada a las víctimas del terrorismo reuniéndose con Arnaldo Otegi y con la cúpula de Batasuna cuando estaba ilegalizada por el Supremo por ser «una parte del entramado terrorista de ETA».

Luego, en el breve período en el que presidió el Congreso, -¡gracias de nuevo al PP!-, tuvo tiempo de convertirse en el peor que ocupó ese cargo en toda la democracia. Con él, el hemiciclo fue un continuo guirigay. Y cuando Pablo Iglesias acusó a Felipe González de tener las manos manchadas de sangre y al PSOE de ser «el partido del crimen de Estado», ni siquiera lo llamó al orden, lo que no parece una credencial para ser el líder de los socialistas, como no lo es el carecer de estudios y no haber tenido en su vida otra profesión que la de político.

Después de ser el más zapaterista, hundió a Zapatero al exigir un congreso extraordinario para relevarlo. Fue aliado y amigo íntimo de Eduardo Madina, pero cuando este dio el paso de presentarse a las primarias le dio la espalda y apoyó a Sánchez. Convenció después a este de que debía dimitir porque así podría volver sin la mancha de haber apoyado a Rajoy. Pero ahora lo traiciona presentándose él mismo y rodeado, además, del equipo de Sánchez. En el principal dilema que afronta el PSOE, pactar o no con Podemos y con los nacionalistas, López dice sí, no y todo lo contrario. Más allá de su recargada retórica, no hay forma de saber hacia dónde pretende conducir a los socialistas. Y así, zapateando, es muy difícil que el partido vuelva a ser lo que fue.

Cuando, gracias a figuras de la talla que ha demostrado Javier Fernández, el PSOE daba muestras de recuperar el sentido de Estado con un discurso nacional claro y coherente que pueda sacarlo del pozo de relativismo y mediocridad en el que lo hundieron Zapatero y Sánchez, apostar por Patxi López sería un grave paso atrás para los socialistas.