Sobre arrogancias financieras

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

18 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las últimas décadas han sido, en el mundo mundial, las del crecimiento imparable del poder financiero sobre la economía productiva. Facilitar crédito abundante a todo tipo de burbujas (materias primas, punto com, inmobiliarias, de deuda pública, o de derivados) se ha combinado con la magia informática y con la movilidad de capitales.

Fue así que ministros de Hacienda eran recibidos con desdén por jóvenes arrogantes, en las sedes de J. P. Morgan, Goldman Sachs o Lehman Brothers, mientras por estos finisterres sucedía lo propio con conselleiros que despachaban con los máximos responsables de nuestras entidades financieras. Claro que por aquí ni eran sociedades anónimas ni (tampoco) chiringuitos público-políticos. Habían mutado en mandarinatos personales con complicidades sociales de amplísimo espectro.

Y entraron en la burbuja global de crédito barato (desde el euro a lo loco) que los grandes bancos europeos impulsaron (y que ni el BCE, ni el Banco de España frenaron), revalorizando y reclasificando inmuebles, creciendo en redes de oficinas e inaugurando, en una competencia de nuevos ricos, faraónicos edificios corporativos.

Y cuando la burbuja estalló, en su perplejidad y arrogancia, intentaron saltar del barco en yate de lujo en vez de en humilde salvavidas. Y es por esta guinda que ahora algunos lo pagan en la cárcel.

Para Galicia, el daño de fondo es muy otro. Porque en Cataluña y el País Vasco también había cajas, pero siguen vivas Kutxabank y Caixabank, que siguen teniendo una cartera industrial estratégica. Con las mismas normas y con las mismas tentaciones. ¿Lo investigarán en O Hórreo?

Luego vino una subasta urgente de una entidad rescatada con dinero público. ¿Por qué tan urgente aquí? ¿Por qué no está siendo tan urgente en Bankia (que sí era un chiringuito político)? Y luego vimos cómo otros arrogantes financieros españoles pujaban en las subastas por un euro (con éxito), mientras aquí se la quedó un inversor extranjero, menos mal, por mil millones. Y, aun así, al final la concentración bancaria resultante en Galicia (datos del 2014) duplica a la media española, que está por encima de la europea. ¿Se imaginan que la actual Abanca la engullese por un euro uno de los cuatro grandes?. Y es así como, enjuagada la burbuja financiero inmobiliaria y la gran recesión como deuda pública, nuestras empresas (y del Ibex 35) están pasando de manos de arrogantes financieros internos a arrogantes inversores externos a precio de saldo. Norteamericanos o chinos (Chimérica). Se cierra el círculo.

Nuestras empresas no tendrán ahí un entorno adecuado para un capitalismo no impaciente, para ampliar un sector industrial no especulativo, para poder fijar en el territorio empleo de calidad o para cumplir con obligaciones fiscales inclusivas. Porque esa es la amenaza de las finanzas arrogantes, necesitamos movilizar e implicar, hoy más que nunca, una autofinanciación paciente. Modelo Inditex… o, aún más, Ikea.