Tasa turística en Compostela

Ignacio Bermúdez de Castro Olavide PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

20 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Considero Santiago de Compostela mi segunda casa. En su universidad me formé, y allí pasé posiblemente los mejores años de mi vida. Por dicho motivo opino, al igual que la Unesco, que en 1985 la declaró como Patrimonio de la Humanidad, que Compostela es un poco de todos. De propios y extraños. No es justo que solo puedan disfrutar de tanta historia y belleza, sin tributar, los allí nacidos. 

El alcalde, Martiño Noriega, pretende imponer un recargo a los visitantes por dormir en la capital, lo que hace muy poca gracia a muchos vecinos de la ciudad del Apóstol, principalmente a los comerciantes. Cuando visito ciudades en las que existen tasas similares, enterarme de que me cobran por ir a dejar mi dinero en sus restaurantes, hoteles o comercios, la simple idea de que existe esa exacción me desagrada. No es por el euro diario, o lo que sea, que también, sino por lo cutre de la idea. Máxime porque al final lo recaudado va a ser el chocolate del loro, y la imagen que da la ciudad es pésima. De la misma manera que el arzobispo siempre descartó cobrar por acceder a la catedral, dada la vocación de servicio del templo, e instó a buscar otras fuentes de financiación, el alcalde tiene que proceder de forma semejante.

Compostela no solo es la catedral. Hasta la última de las calles de su zona vieja justifica un desplazamiento desde las antípodas. E imagínense la cara que le quedaría al australiano de turno, tras recorrer medio mundo para darle un abrazo al Apóstol y visitar esta joya de ciudad, cuando le hagan pasar por caja por hacer noche en los brazos de un Morfeo compostelano.