Efecto Obama

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

21 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El efecto secundario más obvio de los ocho años de Obama ya tiene un nombre: Donald J. Trump, que ayer juró como nuevo presidente de los Estados Unidos con un discurso completamente alejado de las retóricas habituales de una inauguración, un discurso nítidamente populista que, muy a propósito, se alejó de la palabrería para ceñirse a asuntos muy concretos, quizá demasiado concretos. La pieza no pasará a la historia por su brillantez, desde luego, pero sí por su tenebrosa especificidad, casi insolente, casi grosera. Nada que ver con el estilo Obama, poético y sugerente.

Obama fue todo estilo salvo en el final, cuando dijo que él habría ganado a Trump. Hay en esa afirmación un fondo de culpa, como si pidiera que no le atribuyéramos demasiado la victoria del otro. Una excusa no pedida, porque con todo su estilo conciliador produjo un país mucho más dividido y agrio; porque con todo su estilo solidario, deportó a más inmigrantes que Bush y casi tantos como todos sus predecesores juntos; porque con su estilo liberal, muchos sintieron su libertad constreñida; porque con todo su estilo pacificador, no solo no salió de las guerras de sus antecesores, sino que las amplió e inició -al menos indirectamente- otras nuevas, como la de Ucrania. Obama me gustó desde la primera vez que lo vi. Me gustó su estilo. Trump me disgustó desde el primer día. Me disgustó su estilo.

Así que todavía hay espacio para la esperanza: sus palabras producen casi asco, pero se está rodeando de un equipo que merece respeto. A lo mejor sale algo de esa mezcla, que desde luego no es la ideal. Pero si no sale bien, será porque nos lo hemos merecido. Obama, el primero, y los demás después. Por necios.

@pacosanchez