La firma incesante, el dedo de un dios

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

02 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sin similitudes con el monte Sinaí, mucho menos con Moisés, la imagen de Trump firmando órdenes ejecutivas y mostrando al mundo su firma ampulosa en ellas se asocia con la de un dios menor mostrando sus tablas de la ley.

Lo lamentable es que sus decretos limitan las libertades, segregan a las personas por su religión, su nacionalidad o su sexo y limitan los derechos de los segregados. Lo lamentable es también que sus decretos pretenden ser reflejo de un poder omnímodo que se ve totalitario, amenazando la imprescindible separación de poderes en una democracia. Con desprecio de leyes y constituciones.

En apenas diez días, Donald Trump y su incipiente Administración se han dedicado a desmantelar las políticas estadounidenses en la lucha contra el cambio climático, la asistencia sanitaria, el libre comercio de América del Norte y del Pacifico y avanzan en el sometimiento de México, el proteccionismo exigido a las empresas americanas para no fabricar fuera y, por último el veto a los musulmanes, incluidos los que contaban con permiso de residencia, de siete países diferentes (Irak, Irán, Siria, Sudán, Yemen, Libia y Somalia). Todo ello en medio de protestas de sus altos funcionarios y del común de los ciudadanos. También de numerosos países, e incluso con la posición contraria de la fiscal general, a la que no dudó en destituir de malos modos y con desprecio.

Como pueden ver, todo grave y preocupante. Y no solo por las políticas y los comportamientos de Trump y su gabinete, sino porque desde la Revolución Americana, la política de los EE. UU. ha desarrollado una gran influencia sobre el canon de gobierno de las democracias. Europa, pero también las democracias que en el mundo existen han establecido sus libertades mirando a la libertad americana, y el riesgo es que en estos tiempos y políticas de Trump sus medidas reaccionarias y xenófobas puedan expandirse a partir de esa ola de populismos y nacionalismos excluyentes iniciada en el brexit, en países europeos del sur y en aquellos que en otro tiempo estuvieron sometidos al totalitarismo soviético. Que esas políticas de Trump se asimilen puede llevarnos a que se extiendan desde el silencio, tal como sucedió en los tiempos de la Alemania de Hitler. Confrontando el mundo.

Por eso molesta que, para arrimar el ascua a su sardina, Artur Mas se atreva a decir que «hay que felicitar a Trump», por más que lo dulcifique añadiendo que espera «que haga de presidente de forma muy distinta a como ha hecho de candidato». Resabios de supremacistas, que esconden a sometidos y excluidos. Por la voluntad de poder.

Si no atendemos alertas como la del presidente del Consejo de Europa, que incluyó ayer al nuevo Gobierno estadounidense dentro de las amenazas que pesan sobre la UE, es probable que los antieuropeístas y xenófobos de Europa se acerquen a su deseo de convertir el 2017 en «el año de los patriotas», como proclamaron hace días reunidos en Coblenza. De nuevo tendremos una Europa desolada, y con ella la humanidad.