Zoa o vento e adeus luz. Es como los chistes de los colmos. El colmo de un pianista tener una hija que se llama tecla. El colmo de un enano que la policía le diga alto y así. El colmo de pagar durante enero la electricidad a premio de minuto publicitario de Cristiano Ronaldo es que, cuando más falta te hace, llega la tormenta y la luz no enciende. Ayer todavía había centenares de familias gallegas rezando el «hágase la luz», pero nada. La caída de árboles por el viento hace que las líneas que llevan la corriente a las zonas rurales se corten. Las eléctricas, por la cuenta que les tiene (nunca mejor dicho lo de la cuenta), tratan de restablecer las conexiones lo más rápido posible. Pero Galicia es dispersa, como siempre recuerda Feijoo. Y no es lo mismo devolver la luz a todo un edificio en el centro de Madrid que a cientos de casas diseminadas. Es hora de que se pague esa dispersión. Es hora de que Gobierno central y eléctricas tengan en cuenta que Galicia es diferente. Es puerta atlántica de temporales (o de trenes de borrascas o ciclogénesis explosivas como les llaman ahora) y merece otro trato. Kurtz fue el más agresivo de los tres. Tenía que ser Kurtz, el nombre del enloquecido personaje de la novela El corazón de las tinieblas, de Conrad. Personaje que luego bordó Marlon Brando en la versión que Coppola hizo a su manera del libro con la película Apocalypse Now. Pero en Galicia no queremos más apocalipsis ni queremos volver cada vez que chove a la Edad Media. Queremos que no se invierta solo en mantenimiento. Que se pongan los medios necesarios, líneas dobles, mejores abastecimientos, para que en el país de la lluvia no nos quedemos más a dos velas. El país que más electricidad produce pasmando alrededor de la lareira como nuestros abuelos y bisabuelos. Entre lusco e fusco. Increíble.