Plagas, mercados y naturaleza

Uxio Labarta
Uxío Labarta DEBATE | PLAGA DE LA PATATA

OPINIÓN

12 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Apesar de que la avispa velutina lleve desde el 2012 con nosotros destrozando la biodiversidad y también la producción de miel, o que el picudo rojo de las palmeras haya destrozado no solo las que pertenecían a la cultura indiana en Galicia, sino también las introducidas por alcaldes y alcaldesas que, iluminados por un imaginario californiano olvidando que Hollywood fue un acebedo, las eligieron para que nuestras ciudades tuvieran un aire cosmopolita, su erradicación no ha sido prioritaria en la agenda gubernamental y social. 

Al igual que ha sucedido ante las plagas de limoneros, pinos y olivos y también con epizootias que se han expandido en el mar, como sucedió en los años 70 con la Bonamia en la ostra y recientemente con una Marteilia en el berberecho, que menguaron producciones y rentabilidades. Todo ello debido a una falta de responsabilidad de los comercializadores, que ignoraron las más mínimas normas de control de patologías y cuarentenas, y una dejadez total en el control y protocolos de introducción de especies por las autoridades.

La expansión de la polilla de Guatemala en los cultivos de patata en Galicia evidencia la gravedad de las plagas derivadas de un mercado tan globalizado como sin control. Sobre todo cuando se trata de organismos vivos. Por ello, asombra que habiendo sido detectada en Europa por primera vez hace dieciocho años en las Islas Canarias, lleve propagándose desde hace dos años por la Galicia norte y Asturias, sin que haya sido posible controlarla.

En el imaginario gallego el cultivo de la patata es tan totémico como fue en su día la vaca. Y aunque las patatas han sufrido sucesivas plagas, empezando por el escarabajo, la aparición de la polilla de Guatemala podría servir de firme aldabonazo en nuestras conciencias y las de nuestros gobernantes para tomarnos en serio la sanidad de los organismos vivos y el cumplimiento de las cuarentenas.

Si cada siete meses se detecta un nuevo patógeno en productos agrícolas importados en la UE, las autoridades, ministerio y, sobre todo, la Comisión Europea, debieran reforzar los controles sanitarios en la introducción de productos vivos de terceros países, por más que en la Organización Mundial de Comercio (OMC) procuren que se haga la vista gorda en las exigencias y los procedimientos de control. Bruselas se comprometió a prohibir las importaciones de un país cuando se detectaran cinco casos de cargamentos con plagas. Pero ese y otros compromisos relativos a la sanidad de vegetales y animales vivos no se han cumplido. ¿Hasta cuándo?

Porque, condenados como estamos en un mercado global y en el gusto por lo exótico a traer y llevar plantas, árboles, frutos y animales de un lado para otro, nada anómalo es que con ellos lleguen sus parásitos, enfermedades y plagas. Que inevitablemente se asientan en nuestros bosques, mares y cultivos con grave daño, una alteración inevitable de nuestros ecosistemas y mayores costes en la producción.