No esperéis demasiado del fin del mundo

Pedro Armas
Pedro Armas LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

28 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre banqueros y bancarios, como entre piratas y corsarios, hay matices. Entre Blesa y Rato, también. Sin embargo, tienen en común el moverse en los bajos fondos (fondos de inversión libre, fondos de cobertura, fondos de capital riesgo, fondos soberanos, fondos de pensiones). En los bajos fondos unos cuantos multiplican de modo exponencial la economía, la dejan desplomarse y obtienen pingües beneficios con la ficción. Luego, con la inestimable ayuda de políticos títeres, reaparecen como los salvadores de la patria. Algunos, después de unos años gestionando con guante blanco, es decir, robando, se dan por amortizados y hasta son condenados a penas menores, nunca a trabajos forzados, porque el trabajo no va con ellos.

Cuando Maxim Gorki escribió Los bajos fondos todo era más realista y doméstico, en aquella galería de personajes sin escrúpulos, más sociables que sociales. Jean Renoir los llevó del teatro al cine y Akira Kurosawa hizo un remake oriental. Tal vez Blesa y Rato se hayan inspirado en ese ladrón experimentado y su colega, el barón que acababa de quedarse en bancarrota, tras dilapidar los dineros públicos en juego y mujeres. En la Rusia zarista, en la Francia de los años treinta, en el Japón feudal o en la España contemporánea, amores y ladrones gustan de sombra y rincones. Menos mal que la ley es igual para todos, ya que tanto a banqueros como a mendigos prohíbe dormir bajo puentes y robar gallinas.

¿Quién manda aquí? Los dirigentes no. Pocos dirigentes dirigen, casi todos obedecen. Mandan los mercados, pero ¿quién manda en los mercados? Se asume que los mercados vagan sin regulación. Se supone que los mercados responden a la economía real. De hecho doscientas multinacionales controlan la mitad del comercio mundial de mercancías y de capitales. ¿Mandan las multinacionales? Por supuesto, diría un marxista relicto o incluso uno que estuviese de vuelta del marxismo sin haber ido. Pero, las multinacionales ya no son lo que eran. Ya no son empresas manufactureras, propias del modelo fordista, sino empresas financieras deslocalizadas, que tanto buscan reducir los costes de mano de obra como especular con los beneficios del capital. De acuerdo, mandan las multinacionales, pero ¿quién manda en las multinacionales? Mandan los de los bajos fondos. Hay optimistas que piensan que, si siguen mandando los de los bajos fondos, se acerca el final del capitalismo. Hay quienes piensan que hasta se puede recuperar la ética en la economía real, recuperando la intervención pública en ella. Otros les advierten con el aforismo de Lec: «No esperéis demasiado del fin del mundo».