Empresarios sin organización

Uxio Labarta
Uxío lABARTA CODEX FLORIAE

OPINIÓN

10 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La realidad existe en la medida en que la miras. Esta afirmación del catedrático de la Universidad de Barcelona José Ignacio Latorre, autor del libro Cuántica, puede dar la mirada que se intenta en estos Codex Floriae. Uno puede leer las noticias que hablan de la larga crisis organizativa en el empresariado gallego y entenderlas apenas como una versión del localismo que nos caracteriza. Pero si uno además de ver, mira, la crisis en la organización empresarial gallega, con graves problemas económicos y organizativos desde hace años, coincide con la parálisis de las organizaciones empresariales en España, agudizada con la crisis del 2008. 

Es un hecho el escaso aprecio y credibilidad que actualmente disfrutan las organizaciones empresariales, derivado de sus actitudes para con los consumidores y la ciudadanía en estos tiempos donde resulta extraño proponer soluciones a la alta tasa de paro y al incremento de la desigualdad o hacer creíble una imagen internacional de España desde el mundo empresarial.

Recuérdense a dirigentes empresariales o de grandes corporaciones, Díaz Ferrán, Arturo Fernández, Fernández Ordóñez, Rosell, y las recetas antisociales que propugnaron, pareja a su cuestionable gestión, y entenderán de dónde le vienen los males de imagen y capacidad a estas organizaciones.

Recuérdense también los escándalos bancarios, y su rescate, o el del mundo de la construcción o la energía y se explicarán la desafección que alcanza al mundo empresarial, apenas por delante de partidos y parlamentos en los barómetros del CIS. Súmese a ello que las grandes corporaciones se han alejado de las organizaciones empresariales y tendrán un marco global, donde la empresa y la cultura empresarial se han ido debilitando, y sobre todo el ejercicio de su responsabilidad social.

Las organizaciones empresariales y los think tank son necesarios, los lobbies declarados y transparentes también. En España, su regulación se aplaza indefinidamente, en Galicia ni se plantea. Por más que, como las meigas, existan.

Los empresarios atienden a lo suyo y aprecian poco a sus organizaciones intermediarias que, sin embargo, son necesarias, al igual que las sindicales y otras de la sociedad civil, para contribuir a la discusión y para abordar las reformas necesarias para modernizar el país, que pueden ser inalcanzables sin su participación activa.

Pero de todo ello hace años que los empresarios gallegos han abdicado. Si se pronuncian, lo hacen sin pisar callos y nadie logra entenderles, ni sus pronunciamientos son útiles. Enredados en el cuarteto territorial, no acougan en su larga lucha camino de la irrelevancia. No son los únicos ni los primeros, pero sorprende que no lo puedan ver. Por más que algunos empiecen a preguntarse críticamente qué necesita Galicia de una organización empresarial que los represente.