Perihelio del Halley

Manuel Luis Casalderrey
Manuel-Luis Casalderrey RINCÓN ABIERTO

OPINIÓN

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Alrededor del Sol orbitan planetas y cometas. Los planetas tienen órbitas elípticas de escasa excentricidad y pueden asimilarse a circunferencias. Los cometas tienen órbitas elípticas alargadas y, en su recorrido orbital, se alejan mucho del Sol y tardan un tiempo considerable en volver a aproximarse. Por eso los cometas han sido cuerpos celestes rodeados de misterio. Aparecían en el firmamento con su núcleo y su cola luminosos y luego desaparecían misteriosamente. 

Durante mucho tiempo, la aparición de cometas se asimiló a la producción de catástrofes de diversa índole. Y lo cierto es que siempre ocurrían sucesos que podían achacarse al paso del maldito cometa.

El perihelio de cualquier cuerpo espacial es el punto de su órbita más cercano al Sol. El 13 de marzo de 1759 alcanzó su perihelio el famoso cometa Halley.

La importancia de ese dato radica en el hecho de que fue calculado por Edmund Halley, astrónomo inglés. Recopiló datos de apariciones anteriores del Halley y determinó que su período orbital era de 75 o 76 años y que el cometa de 1682 volvería en 1758.

Aunque Halley ya había fallecido en 1742, su predicción se hizo realidad y se avistó el cometa que lleva su nombre el día de Navidad de 1758. Su luminosidad se fue incrementando hasta llegar al perihelio el 13 de marzo de 1759, cuando se situó a más de 88 millones de kilómetros del Sol.

El paso del cometa Halley en los años 1985-86 decepcionó porque la luminosidad no fue la esperada.