La prueba del algodón

OPINIÓN

11 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La moción de confianza en el Ayuntamiento coruñés tiene una lectura que sobrepasa ese concreto ámbito municipal. No es que dé para aplicar el método científico utilizado para descubrir la gravitación universal al observar que una manzana cae de un árbol. Basta con la publicitaria prueba del algodón. Moción de confianza y moción de censura suelen ir ligadas. En el inicio de nuestra democracia, después de la fracasada moción de censura de los socialistas a Adolfo Suárez, este presentó con éxito la de confianza. No habría sido necesaria, pero resultó reconfortante. En el caso que sirve de pretexto, a la moción de confianza, perdida por el alcalde, no siguió la de censura; una incongruencia teórica. La explicación habrá que encontrarla en la muy sensata exigencia de que la de moción de censura conlleve un candidato. Quienes podrían presentarla no se ponen de acuerdo. Lo que ha dominado es el no del PSOE al PP. Prueba que no es descabellado el eslogan «no es no» que popularizó Sánchez y sigue exhibiendo en su campaña para volver a la secretaría general del partido buscando el apoyo de la militancia y que parece tener acogida. 

La pureza del ideario socialista quedaría dañada por quienes no sostengan esa bandera con rotundidad. La actual gestora se habría contaminado al promover la abstención del grupo socialista a la investidura de Rajoy. La presión numantina del no, llega a la inconsecuencia de hacer imposible la aprobación de los Presupuestos, una vez que ha sido aprobado el techo de gasto, ya que aquellos han de ser equilibrados. Lo razonable es que se presenten enmiendas, habida cuenta de la falta de mayoría parlamentaria del Gobierno. El no conduce a una prórroga de los presupuestos, con lo que se acaba la excusa legal de que entre tanto no puedan ser convocadas plazas docentes. El no al PP rondará en el congreso del PSOE. Constituirá un elemento común, pero será insuficiente para decidir su posición política de futuro. Podemos le aventaja en ese no. La alternativa de Sánchez supone rivalizar con ellos en el no, con la pretensión de ser el socio mayoritario en un posible Gobierno. Ya lo intentó y se desbarató de un modo brusco que ha dejado heridas.

El no puede servir para aglutinar ocasionalmente posiciones ideológicas diferentes contra la prepotencia de los Creontes políticos o sociales. Convierte también en extraños compañeros de cama; con Iglesias a un despechado Rivera o al socialista Sánchez con secesionistas catalanes. En todo caso, el no por sistema es antídoto de la democracia. Son precisos síes para convivir y para gobernar. Este es el problema a elucidar por los socialistas en su congreso, parejo al de otras socialdemocracias europeas. Cómo afirmar una oferta electoral a la altura de estos tiempos, que les diferencie de populares y populismos, contando además con los condicionamientos de Bruselas. De a quién elijan como rival prioritario, PP o Podemos, puede depender la convocatoria de unas indeseadas elecciones.