Tonto es el que hace tonterías

Javier Guitián
Javier guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

13 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En las últimas semanas he presenciado numerosas discusiones sobre si el nuevo presidente de los Estados Unidos es o no un tonto. He escuchado en los medios variados argumentos, pero el más repetido, sobre todo por quienes le defienden, es que Donald Trump no tiene un pelo de tonto porque ha sido un empresario de éxito y ha alcanzado la presidencia de la nación. 

Pues bien. Mi opinión es totalmente la contraria y, siguiendo a Forrest Gump, el protagonista de la magnífica película de Robert Zemeckis, creo que la única manera de evaluar objetivamente la cuestión es valorando sus acciones. «Mamá dice que tonto es el que hace tonterías», afirmaba Forrest, en una versión actualizada del «Por sus hechos los conoceréis» que aparece en los Evangelios.

Pues bien, si aplicamos la sabiduría expresada en esas frases hemos de reconocer que el nuevo presidente de los Estados Unidos es, con todos mis respetos, un mentecato. Lo que ocurre, como afirma Marco Cipolla en su ensayo Las leyes fundamentales de la estupidez humana, es que «las personas no estúpidas subestiman el potencial nocivo de las personas estúpidas y asociarse en cualquier circunstancia con estas se manifiesta infaliblemente un costosísimo error», y eso es lo que le ha ocurrido a los republicanos y muchos votantes.

Argumentar que millones de norteamericanos le apoyan nada nos aclara sobre el nivel de memez, ni de Trump, ni de cualquier otro candidato; la historia está llena de tontos a los que se les ha subestimado su capacidad de hacer daño, porque, como señala el autor citado, la probabilidad de que determinada persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica: candidato, votante, presidente de mesa, etc. Tampoco aclara nada al respecto que las decisiones que está adoptando ya figuraran en su programa electoral; una singularidad definitoria del estúpido es su capacidad de persistir en decisiones erróneas, sin valorar el daño causado a otras personas o grupos.

En resumen, volviendo al principio, la única manera de valorar a Trump es por sus decisiones, si estas son aceptables e íntegras, si causan daño indiscriminado o si benefician a unos u a otros; siguiendo a Forrest, que le hayan votado o que las haya anunciado con anterioridad es éticamente irrelevante. O distinguimos esos dos planos desde el principio o estamos aviados.

En la película de Zemeckis, la madre de Forrest le dice a su hijo: «Por supuesto que todos somos diferentes Forrest, si Dios hubiese querido que fuéramos iguales, nos habría puesto a todos aparatos en las piernas»; hace referencia al artilugio que ayuda a caminar a su hijo. Tiene razón la señora Gump: es una suerte que seamos diferentes y no todos tengamos el cerebro de un gaznápiro.