No estoy preparado para esto

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

16 mar 2017 . Actualizado a las 08:49 h.

Ustedes me van a perdonar, pero donde esté un avance científico, que se quiten las disquisiciones sobre el populismo ultra que se examinó en Holanda, las cábalas sobre el proceso catalán o los manejos de las listas del PSOE. El avance científico del día es que un investigador catalán -otro motivo para la independencia- acaba de fabricar el no va más para solitarios: la muñeca erótica con inteligencia artificial. La inteligencia artificial, como se sabe, es la pieza que culminará la revolución tecnológica. Es la que sustituirá al ser humano en multitud de las funciones. Y empieza a estar en todas partes: en el inmenso y prometedor mundo de la robótica, en el sector del automóvil, en nuestra vida diaria. Faltaba, por lo visto, en la cama.

Hace unas semanas fue noticia -también en Cataluña- la apertura del primer prostíbulo de muñecas. Ignoro cómo va el negocio, pero es innovador, como quieren los poderes públicos. El material de la pecaminosa figura permite, al parecer, un contacto más sensitivo que la obsoleta muñeca hinchable.

Ahora ese científico llamado Sergi Santos, que debe de ser un genio, ha hecho algo más presentable. El prototipo se llama Samantha, pesa unos cuarenta kilos y no es un objeto de mala vida de pago. En las fotos queda muy bien, porque le han puesto los ojos más guapos que puede hacer un artista y en cuanto a las medidas, va a lo clásico: 90-55-90. Sergi Santos la presenta como «señorita inteligente de compañía», con recursos tecnológicos variados, desde estar al lado de su dueño para ver una película hasta satisfacer sus deseos sexuales. Y lo más fastuoso: ella misma puede llegar al orgasmo. Solo tiene alguna limitación comercial: no parece prudente que los casados la llevemos a casa, ni es previsible que las amantísimas esposas la regalen para el Día del Padre.

Ya sé que esta crónica será despreciada por muchos lectores. Si la hago, solo es con una finalidad: demostrar cómo nos están cambiando el mundo y nos lo están cambiando en todo, en lo tecnológico, en la convivencia, en lo económico, en lo político, en lo cultural y hasta en los placeres ocultos. En algunos laboratorios se fabrica vida y en otros, sucedáneos de vida. Quien es capaz de desarrollar una muñeca erótica que se acerca a la capacidad de sentir abre un universo de insospechadas posibilidades para el desarrollo de los robots. ¡Lo mismo algún día se le ocurre fabricar otra muñeca que haga las tareas de limpieza de casa o un fornido sirviente que siembre las patatas!

Yo ya creo todo. Se quedó corto Alfonso Guerra al prometer que a este país no lo reconocería ni la madre que lo parió. Es a este mundo, a esta civilización, a los que no reconoce la madre que los parió.