Podemos y la libertad: ¡vaya cóctel!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

02 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay día en que a los dirigentes de Podemos no se les llene la boca con la gran idea de la Ilustración -la libertad-, de la que creen haberse convertido en portadores genuinos, mientras desprecian de forma hiriente a quienes llevamos muchos años defendiéndola. Tal convencimiento, que va más allá de la pura vanidad para entrar en el terreno donde el sectarismo político se convierte en una patología peligrosa, no resiste, sin embargo, el mas elemental contraste con los hechos. Los dirigentes de Podemos han llegado a la pintoresca conclusión de que solo ellos encarnan los grandes valores democráticos, valores que, al mismo tiempo, pisotean sin rubor. Podemos confirman así aquella irónica paradoja que, como nadie, Voltaire se encargó de denunciar: «Proclamo en voz alta la libertad de pensamiento y muera el que no piense como yo». Podemos pisotea la libertad cuando se agazapa, tras una descarada verborrea, para no condenar el golpe de Estado que intentó culminar la progresiva conversión del régimen chavista en una abierta dictadura. Según la doctrina oficial del partido morado la democracia no depende de que se respeten sus principios sino las ideas que le gustan a Podemos. Eso explica una lacerante contradicción: que el mismo partido que niega a España naturaleza democrática por haber aprobado una ley de seguridad ciudadana tan discutible como suelen serlo las que en ese ámbito rigen en todo el mundo libre no sea capaz de otra cosa que de guardar un silencio cómplice cuando la poca libertad que aun quedaba en Venezuela trató de ser arrasada por las bravas.

Iglesias recibe en el Congreso a las familias de quienes en Alsasua agredieron, en un acto de claro linchamiento político, a dos guardias civiles y a sus novias. Y al hacerlo convierte a las víctimas del ataque en verdugos y a estos en víctimas de un sistema penal supuestamente autoritario. El hecho de que los agredidos hayan visto violada de un modo brutal su libertad e integridad en tanto que sus agresores estén siendo juzgados con todas las garantías del Estado de derecho es, al parecer, para Podemos, una minucia. Lo relevante es que Podemos se siente más cerca ideológicamente de los agresores que de los agredidos. En una pirueta final que pone de relieve la descabellada idea de la libertad que defienden los que se creen sus primeros adalides Podemos propone que se suprima del Código Penal el delito de enaltecimiento del terrorismo, que está, entre otras cosas, permitiendo que los jueces y la policía luchen sin cuartel contra los primeros enemigos mundiales de la libertad, los yihadistas, cuyos miembros detenidos en España lo han sido sobre todo utilizando la figura penal que Podemos quiere suprimir. Sí, con amigos como Podemos, la libertad no necesita de enemigos.