Estocolmo y el oprobio

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

08 abr 2017 . Actualizado a las 09:34 h.

Estocolmo, que viene a ser el centro del mundo para los ilustrados, siempre ha pasado de puntillas por la historia de la humanidad. Con su ascendiente y sus premios Nobel, ha sido austera en casi todo: tan elegante que no ha querido hacerse notar. Es lo que tienen las grandes ciudades, como los eximios hombres y mujeres, que todos saben que están pero apenas se notan. Hasta ayer mismo, cuando el primer ministro dijo: «Suecia ha sido atacada». Sin ambages y con una claridad que debieran emular los europeos del sur. Suecia ha sido atacada. Incluso a Greta Garbo, que reposa en Skogskyrkogården (el cementerio del bosque, traducido del sueco) se le han aguado los ojos. Y es que esta ola de terror es una puñalada. El oprobio. Contamos por muertos nuestro desamparo y, en ocasiones, nuestros complejos. Es preciso controlar las fronteras, aunque en ese control se nos vaya un pedazo de libertad. Es preciso actuar con sensatez y proteger la integridad cultural europea: porque la civilización necesita abrigo. Es preciso defenderse. Escribo esto antes de saber quién ha sido el responsable del atentado. Imagino que sigue la estela de Berlín, Niza y Londres. Han hecho de cualquier vehículo pesado un arma de destrucción masiva. Y no podremos detenerlos con laxitud, sino con disposiciones rigurosas. Los que censuran las medidas coercitivas quizá no han reflexionado a fondo: Europa (la cultura europea) está en guerra. Escribirlo no es fácil. Pero que te maten en el centro del mundo, tampoco.