Mirando a Francia

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

16 abr 2017 . Actualizado a las 11:05 h.

Falta una semana para la primera vuelta. Francia está que arde. Todo apunta a Macron. Pero ahí está Marine Le Pen peleando cada voto. Todos los papeles están cambiados. El socialismo parece que se volverá a desangrar. Los dos grandes partidos boqueando, lo que aquí sería el PSOE y el PP, pero allí ambos en una deriva muy fuerte (Hamon, el no es no; Fillon, en caída libre). Además irrumpe el extremismo de Mélenchon por la zurda eufórico. Macron puede ser la solución o no. Un político que juega en aguas revueltas a ser todos los políticos (viene de la socialdemocracia, pero es de centro, moderado, y de derechas), lo que sea, para que no gane el huracán Marine. Macron quiere que vuelva la mili, de corta duración y para hombres y mujeres. La República por encima de todo y de todos. Enfrente, Marine, que se ve con Putin. Marine Le Pen, que quiere sacar a Francia de la UE. Traducción simultánea: pegarle un tiro ya a Europa en el corazón. Dejar un hueco inmenso en este viejo continente en derribo. No hagan caso de la Marine que, en algunos momentos, se modera. Sabe que lo tiene que hacer. Aunque Francia no es Holanda, tiene que dar la sensación de que no es una ultra para picar votos más allá de sus caladeros extremistas. En Holanda intervino el factor corrector del miedo. Cuando las encuestas, esa metadona, hablaban de desastre extremista y xenófobo, la participación subió y el voto se fue hacia el puerto refugio del sentido común. Menos mal. Francia debe seguir ese camino. Macron es una posibilidad. Pero veremos quiénes pasan el corte el domingo 23 (Marine, Macron o ahora Mélenchon). Justo el 23 de abril, el Día del Libro, el día de Cervantes y Shakespeare, pero también de Flaubert y Voltaire, justo ese día los franceses no pueden elegir a Marine, no en el país de la Ilustración. El país de París, la Ciudad de la Luz. El país de la igualdad, libertad y fraternidad, no puede elegir desigualdad, falta de libertad y ausencia de fraternidad. Que los miserables se queden solo en el título de Víctor Hugo.