Solos

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

23 abr 2017 . Actualizado a las 10:43 h.

No es lo mismo elegir vivir solo que no tener más remedio que vivir solo. Nuestra sociedad se está llenando de hogares unipersonales. Lo cantan las estadísticas que resuenan como los niños de san Ildefonso. Pero la soledad impuesta es muy dura. La soledad que te llega por los avatares puñeteros de la vida puede llegar a ser un drama. Los jueces han llamando la atención, tocado la alarma, sobre todos esos hombres y mujeres mayores que aparecen muertos en sus pisos después de días y días. Cómo son las horas cuesta arriba de esas personas a las que abandonamos a su suerte. La única voz que oyen en su casa muchas veces es la tele. Y un teléfono fijo que apenas suena. Casi deben de escuchar la muerte que va llegando poco a poco cada noche. Tenemos un problema. Hemos avanzando. Hay servicios sociales. Hay botones rojos de la Cruz Roja. Pero muchas veces no hay vecinos. No hay familia. O está lejos. O no quiere estar. Esta soledad no tiene nada que con quien elige ser un solitario feliz, que también los hay. Jóvenes y maduros que prefieren una casa de uno. Que por no complicarse la vida o porque no sucedió o porque simplemente son mucho más inteligentes, deciden disfrutar de su tiempo, de todo su tiempo. Nada que ver con esos otros hogares de una persona sola, habitadas de recuerdos. Necesitadas de cariño. Con esa cama que se hizo enorme. El terror a sufrir un robo. El miedo al miedo. Sacudidos encima por una crisis que les ha negado hasta encender la calefacción. Así es que ya hay terapeutas que hablan de este tipo de soledad como de una forma de enfermedad. Un barranco. Un varadero abandonado. Muchas veces, una injusticia.