Conspiración e ideología

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

24 abr 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

El escritor sueco Henning Mankell, que triunfó con una docena de novelas negras protagonizadas por el inspector Wallander, sostenía que «vivimos en una sociedad que no es más que una pura conspiración. Desde un mundo imaginario colectivo ha crecido un monstruo, y la conspiración es la única ideología viva». La llegada de Donald Trump al poder, un año después de la muerte del narrador, parece otorgarle a este algún don profético. Porque estamos en pleno festín conspirador.

Claro que ya en el siglo XIX el gran Balzac había simplificado esto afirmando que «todo poder es una conspiración permanente». Pero él se refería, esencialmente, a los poderes locales o nacionales. Ahora las conspiraciones son casi siempre mundiales.

Sobre la naturaleza de estos contubernios hay una extensa documentación, porque ciertamente no son una práctica surgida ahora. En realidad, el mundo ha estado envuelto siempre en maquinaciones o complots de distinto ámbito o tamaño. Pero las tretas de ahora son de gran calado porque el planeta se ha convertido en una aldea global.

Todavía en 1988, en su novela El péndulo de Foucault, el brillante y profundo Umberto Eco nos obsequió con una reflexión sutil al respecto: «Cuantas más conspiraciones atribuyes a los otros para justificar tu falta de entendimiento, más te enamoras de ellas, y las tomas como modelo para construir la tuya». ¿Le está sucediendo esto a Trump y a los demás paladines de conjuras, contubernios y chanchullos?

Deberemos aprender a lidiar y combatir esta clase de artimañas. Porque una sociedad siempre será más sana cuanto menos se pliegue a tales trapacerías o amaños. ¿Estamos caminando en la buena dirección? No lo parece. Contamos con demasiados aspirantes a conspiradores. Basta con echar un vistazo a nuestros parlamentos en general y a sus fuerzas emergentes en particular. Asombra que el afán conspirativo esté tan legitimado y asome tan imparable, sesión tras sesión, con cada fuerza buscando la yugular de sus adversarios. Y todo ello porque quizá la conspiración es ya la única ideología realmente viva.