Un gran médico, un gran humanista

Alberto Juffé Stein LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

25 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Como comprenderán, transmitir en palabras lo que significó para mí el doctor Ramón Cobián Varela es muy difícil. Les diré que fue una de las personas que más influyeron en mi vida.

Conocí a don Ramón en el año 1994, cuando comenzamos a hablar para desarrollar la cirugía cardíaca del entonces Sanatorio Modelo de A Coruña.

Dos años después, le operé de un aneurisma de aorta abdominal y a partir de ahí nació entre nosotros una gran complicidad.

Entendía como nadie el desarrollo tecnológico y apoyó sin recelos todas las iniciativas que nosotros le proponíamos.

Era una persona cercana, y lo que me llamó siempre la atención es que todo el personal del Hospital Modelo lo respetaba mucho. Lo admiraban. Sabía formar equipo, la gente sentía que el sanatorio era suyo, llevaban la camiseta del Modelo.

Desde el año 1994, cuando realizamos la primera cirugía cardíaca en el Sanatorio Modelo, comenzamos juntos una andadura que continuó en el tiempo.

El doctor Ramón Cobián transmitía tranquilidad, sabía estar en todas las situaciones y se hacía querer.

El orgullo que él tenía por el Servicio de Cirugía Cardíaca era impresionante. Porque entendía el desarrollo de la cardiología de la mano de la cirugía.

Fue un gran anestesista, y tuvo la visión de poner en marcha la primera unidad de cuidados intensivos de Galicia. Practicaba una anestesia práctica, resolutiva, con gran compromiso con los pacientes.

Era un hombre cercano y buen compañero. Su inteligencia, esfuerzo y su método de trabajo le sirvieron para gozar de un prestigio destacado dentro de la comunidad médica.

Fue un gestor destacado, innovador infatigable, y un gran humanista.

Era un enamorado y defensor de la relación médico-paciente. Decía que el acto médico debe estar rodeado de honestidad, dignidad, igualdad, abnegación y renuncia.

Su lealtad hacia mi persona no tenía límites, su compromiso era total.

Me honra poder decir que era mi amigo.

Gracias por todo, Moncho.