Los violinistas del «Titanic»

Manel Loureiro
Manel Loureiro PRODIGIOS COTIDIANOS

OPINIÓN

25 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sospecho que cuando lean esta columna estarán tan cabreados y decepcionados como yo por el enésimo escándalo de corrupción que sacude a nuestra clase política. La gravedad de la detención de Ignacio González no radica tanto en el importe del botín trincado -mayores saqueos han obtenido otros corsarios del mismo o distinto pelaje en estas dos últimas décadas-, sino la identidad del (presunto) chorizo: Nada menos que expresidente de la Comunidad de Madrid y uno de los hombres fuertes de la organización popular.

A estas alturas de partido, resulta conmovedor echar un vistazo atrás y consultar la hemeroteca, para ver la sucesión de mentís y golpes de pecho que algunos de los hoy imputados se daban hace un par de años, alegando inocencia y pureza virginal mientras saqueaban a manos llenas. Alguno, como Jordi Pujol, incluso se permitía reñir a los medios y parlamentarios que le afeaban su conducta, convencido de ser intocable.

También produce una cierta sensación de sonrojo leer cómo el presidente del Gobierno -citado a declarar como testigo en otro caso distinto, que tienen los juzgados saturados- manifiesta que él no tiene la menor idea de que va todo esto y que sin duda se trata de una suma interminable y agotadora de casos aislados. Si esa afirmación es mentira es malo, pero si es cierta es todavía peor, porque pone en tela de juicio la capacidad de nuestro actual presidente no solo de dirigir el país, sino de su capacidad como ser humano para analizar las cosas que ocurren en su entorno más inmediato.

Como ya oigo los «pero los otros más» acercándose al galope, diré que en todas partes cuecen habas y que hoy por hoy no hay un solo partido político que pueda presentar un expediente inmaculado en este campo. Todos tienen manchas (en algunos casos, estremecedoras) pero ninguno -y en eso estarán de acuerdo conmigo- ha llegado a tal punto de degradación como el PP. La corrupción ha anidado de tal manera en ese partido que empiezan a oírse voces en su seno que hablan de la necesidad de una refundación.

Solo la guerra civil abierta de los socialistas, entretenidos en encontrarse dentro de su propio laberinto, y los errores de juventud de los nuevos partidos le han indultado electoralmente, pero eso no será así siempre. El PP se aproxima al precipicio y solo un lavado a fondo de sus sentinas, en público y con asunción de errores, les servirá para retomar su puesto de referente del centro derecha de este país. Si es que quieren o pueden. El Partido Popular es hoy como el Titanic, con la orquesta tocando en cubierta, fingiendo ignorar que el barco se hunde, pero esa es una mala estrategia.

Mientras tanto, desde hace meses se oye que habría que aplicar el artículo 155 de la Constitución a una comunidad autónoma donde sus dirigentes no obedecen la ley y delinquen sin cesar. Espero que no estén hablando de Madrid.