Pedro Sánchez ya ha perdido ¡en Francia!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

26 abr 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

El extravagante tuit con el que Pedro Sánchez interpreta el resultado de las presidenciales francesas del domingo demuestra que estamos ante un iletrado, un farsante o, lo más probable, las dos cosas a la vez. Veamos el texto de su inefable comentario: «Si la socialdemocracia se desdibuja, los votantes nos abandonan. Solo desde la izquierda y con credibilidad seremos alternativa a la derecha».

Aunque es fácil entender que, metidos en harina, los tres candidatos socialistas hayan tratado de arrimar el ascua francesa a su sardina, Sánchez lo ha hecho con tal descaro y mendacidad que aquella se le ha vuelto un tizón incomestible. Porque si algo ha demostrado la primera vuelta de las presidenciales, mal que le pese al exdirigente del PSOE, es que la vía intentada por el candidato Benoît Hamon, idéntica a la de Sánchez en España, ha conducido al socialismo francés a una debacle clamorosa: ese 6 % que supone el peor resultado del PSF en ¡medio siglo!

Tras las primarias socialistas para elegir candidato a la presidencia del país, celebradas en enero de este año, Benoît Hamon, representante de la izquierda del PSF, se impuso a Manuel Valls, que lideraba el sector más moderado, con una ventaja sustancial: 59 % frente a 41 %. Hamon situaba la oferta socialista tan claramente a la izquierda que su propuesta estrella era el establecimiento de una renta básica universal de 600 euros, la misma que fue defendida en España por Podemos y a la que, por obviamente insostenible, incluso Podemos acabó por renunciar.

Ha sido ese Hamon el que, con su izquierdismo, ha llevado al PSF a una derrota verdaderamente histórica. Y aunque es verdad que algunos apoyos socialistas habrán emigrado hacia el antisistema Mélenchon, basta analizar los movimientos de voto en el conjunto del país para concluir que el grueso de los votantes socialistas se han fugado hacia la posición centrista y moderada representada por Macron.

Por tanto, es cierto: si la socialdemocracia se desdibuja, los votantes abandonan a los partidos socialistas. Pero la solución no consiste en girar hacia la izquierda, como proponen el exlíder socialista español y el destrozado Hamon en Francia, sino todo lo contrario. Solo desde la moderación (la de Macron) es posible construir mayorías de gobierno. Para lo otro, para aprovecharse del cabreo de los indignados, darles la razón, decir que todo es un desastre y que hay que poner el sistema patas arriba sin más alternativa que un populismo desbocado, ya están Mélenchon y su amigo Pablo Iglesias.

Con la demagogia de uno y otro quizá logre ganar Sánchez las primarias, pero, como la de Hamon, será la suya una victoria pírrica, el inmediato antecedente de un desastre sin paliativos: el ya consumado de los socialistas franceses o el previsible de los laboristas ingleses del radical Jeremy Corbyn, que van 25 puntos por detrás del Partido Conservador en las encuestas.