Un viaje político

OPINIÓN

27 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El papa Francisco visitará Egipto este viernes y sábado. Y lo hará a pecho descubierto, sin coche blindado. No tiene miedo. Sería una gran incoherencia que un mensajero de la paz no lo hiciese así. El lunes se hizo público un videomensaje en el que, entre otras cosas, afirma sentirse muy feliz al viajar «como amigo, como mensajero de paz y como peregrino al país que, hace más de dos mil años, dio refugio y hospitalidad a la Sagrada Familia que huía de las amenazas del rey Herodes»… El drama de los inmigrantes y refugiados en primera plana. 

Este viaje tiene un triple significado: pastoral, por el encuentro con la comunidad católica local; ecuménico, por las reuniones con los cristianos coptos, a los que llevará una palabra de pésame por los recientes atentados; e interreligioso, por el contacto con los líderes musulmanes.

Pero, sobre todo, es un viaje político, en el sentido genuino del término, consciente el papa de que nuestro mundo «tiene necesidad de paz, de amor y de misericordia; tiene necesidad de constructores de paz y de personas libres y liberadoras, de personas valientes que saben aprender del pasado para construir el futuro sin encerrarse en prejuicios; tiene necesidad de constructores de puentes de paz, de diálogo, de hermandad, de justicia y de humanidad». Mejor no se podía expresar. ¿Lo logrará? No solo depende de él. De lo que no cabe duda es que está poniendo todo de su parte para lograrlo.