Venezuela y la democracia orgánica

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

04 may 2017 . Actualizado a las 08:03 h.

Los ciudadanos y la oposición a Maduro y su régimen, mayoritaria en el Parlamento, se encuentran cada día con nuevas dificultades: el encarcelamiento de opositores, la represión sobre una ciudadanía, el desabastecimiento, la inflación próxima al 800 %, la crisis económica ahondada por la pésima gestión gubernamental. Y desde diciembre del 2015, cuando la oposición ganó las elecciones, el uso abusivo del poder institucional de la Presidencia de Venezuela que realiza todos los esfuerzos, incluso los paralegales, para no perderlo.

Maduro y su régimen han torpedeado el revocatorio auspiciado por la Asamblea legislativa, embarraron las negociaciones promovidas por el Vaticano y Unasur, y lograron que el Tribunal Supremo despojara al Parlamento de sus competencias el mes pasado, obligándoles la fuerte movilización popular -28 muertos, 436 heridos y 1.584 detenidos- a dar marcha atrás.

Pero tenía que ser el Primero de Mayo, Fiesta del Trabajo, cuando Maduro abusara de su poder presidencial convocando una Asamblea Nacional Constituyente para redactar una nueva Constitución: «Va a ser una constituyente electa con voto directo del pueblo para elegir a unos 500 constituyentistas, aproximadamente, unos 200, 250 electos por la base de la clase obrera, de las comunas, de las misiones, de los indígenas». «Será una constituyente ciudadana y chavista en la que no participarán las viejas estructuras de los partidos políticos». «Activo el poder constituyente para que el pueblo tome todo el poder de la patria […]». «¿Quieren diálogo? Poder constituyente. ¿Quieren paz? Poder constituyente. ¿Quieren elecciones? Poder constituyente. Originario, plenipotenciario, popular, obrero, comunal». «Convoco a la unión cívico-militar».

Maduro bebe en la fuente clara de la democracia orgánica, aquella que hemos vivido en España cuarenta años, con familia, sindicato y municipio, como analiza Julio A. Fariñas en la edición digital de La Voz. Pero quizás los mentores españoles del chavismo, a la par que nuevos políticos incapaces de condenar las tropelías de Maduro, se hayan inspirado en una versión más elaborada: la dictadura del general Primo de Rivera. Vean si no cómo suena.

Primo de Rivera da un golpe de Estado en 1923 para «regenerar» el país, con una «política nueva», que se apoyara en un «partido político, pero apolítico». Nace así la Unión Patriótica. Luego vino la Organización Corporativa Nacional -una desgracia para el socialismo-, y la convocatoria de la Asamblea Nacional Consultiva encargada de elaborar un proyecto de nueva Constitución. Asamblea corporativa, dependiente del poder ejecutivo, con miembros elegidos por un modelo tripartito de representación que tenía sus raíces en el corporativismo clásico y en el corporativismo fascista italiano.

Y es en esta fase del poder bolivariano, la de no perder el poder, donde se evidencia lo superfluo de acudir a Laclau o reinterpretar a Gramsci, teniendo tan a mano la Unión Patriótica primorriverista.