El centro como solución

OPINIÓN

06 may 2017 . Actualizado a las 10:29 h.

Las elecciones francesas que culminan mañana ofrecen interés no solo por la repercusión que tienen para la Unión Europea, dado el rechazo a continuar en ella defendido por Le Pen, sino también porque han manifestado síntomas que rebasan ese ámbito nacional. Por primera vez, ninguno de los dos grandes partidos de derechas e izquierdas ha participado en el ballotage. En ello ha tenido que ver, de un lado, el achaque de corrupción al candidato Fillon, y de otro, la palmaria división de los socialistas, que han quedado en una situación ridícula por el sorpasso de Francia Insumisa. En definitiva, un bipartidismo desbordado y un crecimiento del populismo en el que de alguna manera coinciden los extremos. Si los sondeos se confirman, Macron será elegido presidente de la República; el triunfo del centro.

La situación no es sin más extrapolable a nuestro país, pero el panorama que ofrece no es el de una galaxia extraña. El radicalismo genético de Podemos y el que está incubándose en el PSOE hace difícil un entendimiento con el PP. Acaba de comprobarse con los Presupuestos. De otra parte, la repetición de una mayoría absoluta del PP se ha mostrado cada vez más ardua. Acudir al auxilio de los nacionalistas, como también se ha acreditado, no es siempre la mejor solución, ni política, ni económica. El centro podría ejercer esa función equilibradora, aunque nuestra historia no es muy halagüeña. El comienzo de nuestra democracia certifica el éxito de la Unión de Centro Democrático, a su derecha Alianza Popular, a su izquierda un sobresaliente PSOE. Un ánimo de concordia en libertad que superaba el enfrentamiento de una guerra civil y sus consecuencias; el que llevó a elegir la vía de la reforma en lugar del continuismo o la ruptura. La UCD terminó como terminó. Si se trae su recuerdo no es para repetir la experiencia, sino para reconocer su utilidad y aprender de sus errores, entre ellos una unificación que no supo mantener el espíritu confederal que había en parte de la coalición.

El centro suele presentarse como lo mejor de la derecha y lo mejor de la izquierda. Es una descripción que debe salvar la ambigüedad. No se es de centro solo por pactar con derecha o con izquierda; sino por tener un ideario claro, y una manera también definida de actuar. Rechazar la corrupción no es ningún programa; es sencillamente un principio democrático a cumplir. El asidero sólido e incontestable, aunque parezca sorprendente, es la Constitución, también para cuestiones que suscitan controversia ideológica en la sociedad. El caso francés manifiesta que el éxito depende de la existencia de un clima social propicio, de la determinación de una persona que asume el liderazgo y de otras muchas que colaboran porque se identifican con el proyecto. Si todo eso existe, el poco tiempo no es problema. No lo ha sido para En Marche, ni para los insumisos en Francia, ni aquí para las mareas.