La abstención a Rajoy decidió

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

22 may 2017 . Actualizado a las 07:25 h.

El PSOE sale roto en dos facciones irreconciliables de las primarias, pero con un líder refrendado de forma abrumadora por los militantes. Pero conviene ir más allá. Utilizando la fórmula de Zavalita, el personaje de Vargas Llosa, ¿en qué momento se jodió el PSOE? Hay dos fechas clave. El 12 de mayo del 2010, cuando Zapatero aceptó los recortes impuestos por Bruselas. Eso provocó la estampida de más de 4 millones de votantes en las elecciones del 2011, con Rubalcaba de cabeza de cartel, y contribuyó en parte a la eclosión de Podemos. La segunda fecha es, sin duda, el 1 de octubre del 2016, la de aquel vergonzoso comité federal en el que culminó la operación diseñada para echar a Sánchez y facilitar la abstención a Rajoy como mal menor para evitar unas terceras elecciones. Esta maniobra indignó a una parte importante de la militancia, la que le ha dado la contundente victoria a Sánchez. Desde hace siete años el hundimiento del PSOE ha sido progresivo, con sus connotaciones autóctonas pero también en el contexto de una caída generalizada de la socialdemocracia y del auge de los populismos en Europa. La gran pregunta es si ese declive es pasajero, irreversible o incluso si puede ir a más. Esa es la reflexión que se tiene que hacer un PSOE en el que parecen convivir dos partidos diferentes, con sus propios códigos y rencores hacia los compañeros convertidos en enemigos. Ahora viene lo más difícil, la reconstrucción de un edificio que hace aguas por todas partes pero que sigue siendo necesario en el escenario político español. El triunfo de Sánchez por una gran diferencia le deja las manos libres. Ahora tiene el reto de integrar a los perdedores o pasarles factura. Debería optar por lo primero.